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1429 17 Octubre 2013

 

El poder de la mujer
Lupita Rodríguez Martínez

Monterrey.- Este jueves 17 de octubre se cumplen 60 años de que la mujer mexicana conquistó el derecho de votar y ser votada.

Sin embargo, el camino para hacer efectivo los derechos políticos ha sido sinuoso y difícil, con muchas trabas, por lo que se ha tenido que mantener un activismo femenino permanente en pos de avanzar hacia un mayor posicionamiento de las mujeres en las luchas electorales. De acuerdo con las últimas cifras que tenemos de la jornada electoral del 2012, muy poco se favorece la presencia de las mujeres en cargos públicos o de representación popular, por lo que podemos deducir que seguimos viviendo una democracia machista muy arraigada, todavía en pleno Siglo XXI.

El empoderamiento de las mujeres, a través de diversas luchas, se ha impulsado desde las calles, en las cámaras, en los partidos políticos y en todos los ámbitos de la sociedad, lo cual demuestra el papel insumiso e indomable del género femenino, sobre todo en el propósito por alcanzar su pleno reconocimiento político y social, que corresponde por representar en nuestro país un poco más del 50% de la población.

Hasta este año se vislumbra que se apruebe la reforma (tenía que ser por iniciativa presidencial), para alcanzar por fin la paridad en las candidaturas y así garantizar la equidad político-electoral.

Pero más allá de la lucha por la igualdad de oportunidades políticas y la equidad entre hombres y mujeres para postularse a cargos de elección popular, la lucha de las mujeres por la transformación de la sociedad debe proseguir con más ahínco en todo México y, por lo tanto, en Nuevo León.

Alcanzar la paridad de géneros en los procesos electorales, hoy por hoy, es una demanda nacional de las mujeres.

Otro aspecto que reviste una importancia grande, es preguntarnos si las actuales representaciones femeninas en las cámaras del Congreso de la Unión están asumiendo ese rol transformador que impulse las libertades democráticas, el desarrollo y bienestar de todos los mexicanos, o sólo son voceras e instrumentos mecánicos al servicio de los grandes grupos de poder económico y político de nuestro país.

El trabajo que tenemos las mujeres tiene que realizarse en pos de las transformaciones sociales, económicas y políticas del pueblo, porque es el pueblo, y solamente el pueblo, el gran motor que hace la historia.

La primera línea de batalla está en la lucha por más y mejor educación; que el Estado Mexicano invierta realmente el 8 por ciento del Producto Interno Bruto para garantizar el derecho a la educación gratuita, laica, pública e integral, asegurando una mayor cobertura y mejor calidad, con un mayor impulso a la educación y atención infantil temprana y, de igual manera, llegar a integrar la educación media superior antes del 2021 en el esquema de educación gratuita.

También debemos luchar por una cobertura total y de mayor calidad en los servicios de salud, hasta que se cumpla el derecho universal a la salud; es decir, que toda persona tenga acceso a los servicios de salud en todos sus aspectos: preventiva, reproductiva, curativa y mental, mediante la asignación de recursos económicos y el fortalecimiento de políticas públicas.

Las mujeres tenemos que luchar no sólo por los derechos humanos de las mujeres, sino trabajar más y mejor en defensa de los derechos de la niñez, de la juventud, de las personas discapacitadas y de los adultos mayores.

Hay que analizar si desde la palestra de las tribunas públicas estamos cuidando el medio ambiente y los recursos naturales en relación con el desarrollo económico y urbano, buscando garantizar el desarrollo sustentable como garantía para las generaciones actuales y futuras.

Más allá de pelear cuotas del género, debemos reflexionar sí las mujeres en su participación política, particularmente en cámaras y congresos, son autónomas e independientes o están ceñidas y subordinadas a intereses ajenos a los de la mayoría de la población; es decir, a los de unos cuantos poderosos. La pobreza, el estancamiento y los desplazados en muchos sectores de la población, nos indican que no estamos cumpliendo con el legado de lucha de miles de heroicas mujeres mexicanas, que otrora defendieron nuestra independencia y libertad y, más tarde, el derecho al voto por alcanzar una democracia más plena, justa, equitativa, plural e incluyente, lo que México necesita para emerger como una nación verdaderamente democrática.

 

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