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1434 24 Octubre 2013

 

El discurso de Alejandro
Ernesto Hernández Norzagaray

Mazatlán.- Quiero imaginarme al señor Michael Ronan, vicepresidente de relaciones gubernamentales para América Latina, Asia y el Caribe de Royal Caribbean Cruises Ltd, y quien ha puesto un rosario de requisitos para volver a traer cruceros a Mazatlán, diciendo en Cartagena de Indias que tiene información de que en Mazatlán en épocas de lluvia el puerto se vuelve un pantano de heces fecales y olores nauseabundos.

Y, claro, que le gustaría saber qué están haciendo las autoridades para resolver este problema de salud pública pues muchos turistas al regresar a los barcos presentan quejas y cuadros diarreicos, incluso que algunos de ellos deben ser hospitalizados en los “cruceros del amor”.

Malova voltea a ver a Alejandro Higuera, animándolo para que explique las acciones de su gobierno en este problema crónico de la ciudad y aquél carraspeando empieza a hilar un discurso sobre las bellezas y bondades del puerto. Que la bahía más hermosa, la larga primavera, las pulmonías, el acuario… Y los interlocutores se empiezan a exasperar ante ese rollo diletante.

El gobernador voltea a ver Frank Córdova mientras Carlos Berdegué con una gota gorda en la frente discretamente le pisa un callo a Alejandro buscando centrarlo en el tema solicitado. Y aquel reanuda su discurso ahora destacando el carnaval, las tres islas, la Isla de la Piedra, la pesca deportiva, el mercado Pino Suárez… para rematar diciendo que el problema no es tan grave y qué están construyendo nuevas plantas de tratamiento de aguas negras en el norte de la ciudad. Y destacando que mientras no llueva no hay problemas de derrame de aguas negras.

Entonces el señor Michael Ronan se rasca la cabeza y arremete en seco: ¿qué están haciendo las autoridades para resolver el problema de los escurrimientos de las aguas negras en las avenidas de la ciudad? El gobernador desesperado toma la palabra, y dice que mandará hacer un estudio para saber la dimensión del problema y que buscarán en los próximos presupuestos anuales una partida para atender este problema crónico de la ciudad. El señor Ronan y sus acompañantes se miran a los ojos con aire de escepticismo y dan vuelta a la hoja.

Al salir del salón de ese hotel en el Centro Histórico de la ciudad amurallada de Cartagena de Indias, se escuchó un ¡uff! profundo del alcalde mazatleco, como buscando con él un alivio interior. Vaya pregunta de los 64 mil pesos, dijo mientras los otros funcionarios, avanzaban el paso entre las dudas que había dejado la sesión con los ejecutivos de los cruceros. Como si fuera tan fácil, dijo el alcalde todavía a sus acompañantes,  y caminó firme hacia la plaza de la Santa Inquisición.

Vuelta a Mazatlán
Llegando al puerto los viajeros convocan a una conferencia de prensa para presentar los resultados de ese viaje fugaz a Cartagena de Indias una de los lugares más paradisiacos de América Latina, donde se celebran con cierta frecuencia Cumbres de Jefes de Estado y de Gobierno o donde llega de vez en vez García Márquez. Un destino obligado del jet set o todos aquellos que alguna vez viajan a Colombia.

Empieza la conferencia de prensa y aparece el periodista aguafiestas, que hace la misma pregunta de mi imaginario; entonces, las formas se vuelven agrías. No hay cambio de luces ni pisotones. Mucho menos está el gobernador para mediar, aclarar, ofrecer.  Y empieza el alcalde a decir lo que ya se publicó, que si no queremos que haya problemas con las aguas negras ¡pues que no llueva!, porque cuando no llueve no existen escurrimientos.
Con entusiasmo agrega: donde se defeca apesta. Y que hasta en Cartagena de Indias sucede lo mismo, allá también defecan y apestan.

En fin, su perorata sobre las heces fecales alcanzaba niveles doctorales, y únicamente faltó que las clasificara  como todo buen especialista. Entre aquellas que huelen a rayos, las que huelen a rayos más o menos uno, a más o menos dos y así hasta el infinito de manera que aportó una clasificación digna de Guiness.

Los periodistas más acostumbrados a lidiar con los políticos más procaces no daban crédito de lo que escuchaban. Algunos se relamían con las ocho columnas que les estaba ofreciendo el discurso doctoral sobre las heces y sus pestes. Ya imaginaban en sus medios la cabeza “Si no quieren que Mazatlán huela a caca, que no llueva”, quizá sólo le faltó decir, aunque lo pensó, que no caguen. “También en Cartagena de Indias huele a caca”, “No hay lugar donde se defeque, que no huela a caca”, y así daban dio vuelo a su imaginación, mientras el alcalde seguía su perorata con entusiasmo. Las otras autoridades y los empresarios que los acompañaban se empezaron a poner nerviosos. Y no faltaron las sonrisas nerviosas y maliciosas.

Al fin, terminó su respuesta con la satisfacción de haber puesto los puntos sobre las íes. Dijo lo que le hubiera gustado decirle al señor Michael Ronan y sus acompañantes, pero ¿cómo hacerlo sin faltar a las reglas de la formalidad política? para no verse grosero e impropio ante los anfitriones. Mejor hablar del Carnaval, las pulmonías… etc., etc.

En definitiva, diría, son los de la casa. Esos pinches periodistas que sólo ven lo malo. “Vean lo bueno”, dijo. Lo mejor que tenemos. Que andarse fijando con las heces y las aguas negras. Esas son tonterías. Los que vivimos aquí sabemos aguantarnos y vivir entre ellas. Al fin y al cabo éstas son defensas que necesita el cuerpo. Nos hacemos inmunes ante las enfermedades que a otros matan.

Ronan, con Noroeste en mano
Vuelvo a imaginarme al señor Ronan leyendo las declaraciones del alcalde en torno a la pregunta que nunca le contestó. Lee párrafo tras párrafo, diario tras diario, día tras día. Lee la declaración de la ambientalista Martha Armenta especialmente cuando señala: “decir que todo mundo defeca y apesta es una ofensa para los ciudadanos, denota ignorancia y cinismo” y siente algo de alivio cuando en el Malecón de Noroeste recuerda “hay quienes todavía se preguntan por qué la gente ya no votó por él”. Se rasca la cabeza y vuelve la vista del informe que está escribiendo a los ejecutivos de las empresas navieras quienes le encargaron trasmitir sus dudas, sospechas e inquietudes a las autoridades del estado.
 
Y si hubiera esa promesa del gobernador, persisten dudas, sospechas e inquietudes, como lo demuestra que antes de despedirse pidieron un estudio técnico de las fortalezas y debilidades del puerto (que a nuestro juicio es un exceso de los ejecutivos de las navieras pues qué sentido tiene saberlas si no es para influir en el gasto y en la política pública, y eso ya rebasa los límites) pues evidentemente lo que se busca es más inversión en las zonas de tránsito de los viajeros que por horas invaden el puerto.

Y ya sabemos, que cuando existen condiciones de recursos escasos, lo que a un municipio le dan a otro se lo quitan. Seguro ningún mazatleco vera con malos ojos más inversión en el puerto y sucedería lo mismo si se hace en Choix. ¿But, is it fair?

Políticos, sin calidad
Pero, quizá el tema de fondo, es la calidad de nuestros políticos sobre todo aquellos que sienten que los ciudadanos les deben las gracias por los servicios prestados, y que al no agradecerlo con los votos les  sale peor. Pierden las formas tan importantes en política y elaboran asociaciones dignas del reproche público, pues se filtran entreverados. 

O acaso, al hablar de las heces fecales que se producen entre los gobernados ¿no habrá quien asocie un vaso comunicante con los que las producen y apestan, como sugiere la ambientalista Armenta? Los gobernados son, al fin, los que deciden quiénes gobiernan y quiénes no, que es una forma de mandar al carajo a todos.

Nuestro alcalde está irritado y quiere dejar constancia de ello. Ya lo hizo contra quienes consideró desleales en su partido. Quizá entre sus operadores y amigos. En las colonias y sindicaturas en las que invirtió dinero público. Y al final está ese mundo diverso, que se llama Mazatlán, al que sólo puede atacar en forma figurada, mas no sabe que al hacerlo muestra que muchas debilidades del puerto, son producto de las incapacidades de sus gobiernos sucesivos y sus prioridades que fueron relegando acciones de gobierno destinadas a evitar que la ciudad se inunde de aguas negras en época de lluvia.

Será por eso que el señor Michael Ronan, al final esbozó una sonrisa que se puede volver una mancha en el informe que presente ante sus jefes.

Ojalá y me equivoque. 

 

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