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1437 29 Octubre 2013

 

CLAVES DE GÉNERO
Comunidades fortalecidas por buenas prácticas docentes
Lídice Ramos Ruiz

Monterrey.- Estamos en el mes de octubre levantando cosechas en el campo educativo mexicano. En localidades marginales pero vivientes, la vocación de  tres hombres dedicados al magisterio, con deseos de fortalecer a sus pupilas y pupilos, ha logrado estar en las notas de la prensa y los medios televisivos.

Desde el presidente de la república hasta las personas que viajan en el metro, elogian los esfuerzos en basquetbol de los campeones descalzos de la montaña de Oaxaca, de las campeonas del IV festival internacional de mini-baloncesto, y la capacidad de Paloma Noyola en matemáticas. Pequeñas y pequeños motivados y fortalecidos por hombres que dada su vocación de servicio magisterial, buscan conocer a sus estudiantes y apoyarlos para desarrollar habilidades y capacidades para la vida, además de técnicas para el conocer y convivir en sus comunidades.

Tres masculinidades representadas en Sergio Zúñiga, el entrenador  hombre soñador que quería “hacer algo grande”: que un niño fuera capaz de demostrar al mundo que era posible, a pesar de la pobreza,  ser alguien en la vida. Impulsa mediante la disciplina, la constancia y la fortaleza mental a sus niños descalzos.

Sergio Iván Juárez, normalista que forjó su temple joven entre hijos de pescadores de Higuerillas, a los que intentaba enseñar la aritmética, que no desfalleció y en la escuela José López Urbina de Matamoros experimenta nuevas prácticas de enseñanza que estimularon a Paloma y sus compañeros y compañeras de clase.

Héctor García Bayón, trabajador en Puebla, aprovecha lo mejor de estilos de entrenamiento y administración de equipos y  conjuga sus estudios con el ímpetu de las jóvenes “Bayonetas de Puebla”.

Sin duda que cuando el estilo preponderante del patriarcado se viste de humano, las masculinidades resultantes son gratas a sí mismas y a la comunidad. Estos tres caballeros de la educación mexicana, han encontrado en las teorías de enseñanza y aprendizaje reflexionadas desde las condiciones socioculturales y económicas de sus grupos infantiles, una guía para prácticas docentes adecuadas que permiten potenciar la vida de las y los niños.

Don Francisco Giner de los Ríos (1839-1915) educador español, argumentaba en la alborada del siglo XX que el maestro no representa un elemento importante del orden de cosas de la educación, sino es el primero, por no decir que el todo.  Solicita: “Dadme el maestro, y os abandono la organización, el local, los medios materiales, cuantos factores, en suma, contribuyen a auxiliar su función. Él se dará el arte para suplir la insuficiencia o los vicios de cada uno de ellos”.

Un siglo después, tenemos estos ejemplos de docentes cuya profesionalidad cuestiona todo el andamiaje de la calidad educativa que se discute por personajes poco expertos en los menesteres educativos.

El ejemplo y reconocimiento de estos tres casos de prácticas exitosas realizadas por hombres, deberá ser leído por los políticos, nuestros diputados y diputadas o los senadores y senadoras que tras la búsqueda de una reingeniería escolar y de cambio educativo, han sido sordos a los reclamos magisteriales de hoy día.

Cualquier acción de reforma educativa que no lleve el compromiso de transformación de los docentes y un estudio reflexivo sobre las mentalidades y hábitos que guían sus prácticas docentes, será ineficaz para el adelanto comunitario.

Sin duda, el patriarcado que olvide la voz de los profesores y profesoras, o ponga poca atención a estos actores y actrices, aplicará una reforma, normativizará prácticas, colocará formatos de evaluación, más tecnologías, programas y discursos bajo el supuesto de la previsibilidad de los acontecimientos. ¡Qué equivocación, cuando la educación versa sobre los complejos procesos humanos!

 

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