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1437 29 Octubre 2013

 

MALDITOS HIPSTERS
El Sodoma del cine y de la ciudad
Luis Valdez

Monterrey.- Cuando veo la película Carnaval de Sodoma, entiendo la creciente añoranza por aquellas noches del Blanquita en Arteaga y por los teibols que iniciaron las noches de teiboldance como el TVO y el Infi. Las noches de Sodoma en nuestra ciudad han cambiado.

Ripstein, al igual que Buñuel y Polanski, son grandes cineastas del erotismo. Somos eróticos porque somos humanos. No podemos negarnos al gusto por la voluptuosidad, el baile de los cuerpos, el misterio de las prendas que no acaban de caer. Porque el desnudo ya es otra cosa, así como el porno ya es otra cosa.

Ripstein nos ha regalado una gran película, que es Carnaval de Sodoma, basada en la novela de Pedro Antonio Valdez. Tiene bloques a la manera de Pulp Fiction de Tarantino, en el que cada personaje o personajes maneja su propio plano de realidad sobre un evento en particular: El Carnaval de Sodoma, a realizarse en un burdel regenteado por un chino al que todos odian, menos su mujer china. Ella es la única que sufre en toda la trama, la única presa original que además es traductora del dueño con el español alburero de los clientes y el burocrático de las autoridades. Ella es la Malinche que no por malinchista, sino por una fragilidad que la hace presa fácil del morbo de cualquiera, en este carnaval de la carne.

Lugares de Monterrey han forjado su leyenda y también han caído, sus puertas se han cerrado y sus mujeres (no chinas) han desaparecido. Se las ha llevado algún cliente o han escapado con el gerente o los meseros a otro lugar. Han corrido a Tijuana o Mazatlán o simplemente se han hecho a la idea de ser meseras o utilizar su dinero ahorrado (que no todas, con las grandes cantidades que se gastaban en coca) en poner un depósito.

Los teiboldances que desaparecieron como el Good Music, el TVO, el Infinito, la Zota, el Tangalay, Don Gume, entre otros, los que estando en una calle iluminada como Villagrán han muerto como los tipos que en plena balacera afuera del Sabino Gordo cayeron ensangrentados en la esquina, ahora sólo son parte de nuestra memoria. Igual con el Blue Palace o la otra Zota en Reforma. El Carnaval de Sodoma en Monterrey es algo imposible cuando el miedo dispersa negocios y hace que clientes le pierdan la pista a sus bailarinas favoritas.

En una ciudad donde ya se le tiene miedo a la noche y hay más de diez ejecuciones por día (en cualquier momento vuelven a entrar al Matehuala y balacean otra vez con clientes dentro), no hay oportunidad para proponer al teibol como un patrimonio del estilo de vida urbano. Porque si hay erotismo y pecado, también hay muerte.

Y eso, ya que somos humanos, puede sucederle a cualquiera.     

 

 

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