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1439 31 Octubre 2013

 

Carrozas del servicio público
Hugo L. del Río

Monterrey.- Javier de la Garza y Víctor Manuel Martínez son, en la vida real, los concesionarios del transporte público en Monterrey y la Zona Metropolitana. De la Garza explota el Metro, que fue un ejemplo de seguridad, limpieza, puntualidad y economía. No sé si Mario Guerrero le dejó los trenes o se los llevó a su casa, pero aunque así fueran las cosas, Javier no tiene justificación: ya tuvo tiempo de por lo menos ponerle parches y ofrecerle aspirinas al sistema.

Obviamente no lo hizo: las escaleras electromecánicas raramente funcionan; lo mismo se puede decir de las máquinas expendedoras de boletos. En andenes y estaciones hay robos de bolsas y carteras, asaltos, agresiones de todo tipo incluidas, desde luego, las vejaciones sexuales a las mujeres. Y mugre, mugre, mugre. Antes había personal de vigilancia. Tal vez se los llevó Mario Guerrero a que atendieran sus puestos de salchichas.

En lo que toca a los camiones, la crisis es peor, porque se combina con otros factores: la dulce pasividad de los mordelones; lo angosto de nuestras calles, convertidas, además, en la versión tercermundista de Verdún; y la surrealista desorganización de las rutas, ésa sí responsabilidad de Martínez. Pero no sólo es el mal trazo de los recorridos, sino la forma de manejar de muchos choferes.

Puntualizo: son excelentes conductores. Cómo no van a serlo si se pasan horas y horas tras el volante. Pero no saben maniobrar camiones con pasaje humano. Serían unos magníficos materialistas o traileros, pero los que sufrimos la maldición gitana de tener que viajar en esos carros, hasta cuando vamos sentados tenemos que agarrarnos con las veinte uñas, las dos manos y los dos pies de lo que sea para no caernos.

No hay en el mundo, me aventuro a decirlo, estilo más desalmado que el de nuestros aurigas cuando frenan y arrancan. Y es que ni al rutero ni al chofer ni, mucho menos al titular de la Agencia Estatal del Transporte le importan un adarme el bienestar del usuario.

Por el Señor de los Tres Clavos: De la Garza y Martínez ya se cansaron de probar que en sus áreas sirven para un carajo y para otro carajo. No pido que los dejen fuera de la nómina, pero sí que, por ejemplo, en el puente Colombia les den chamba para contar cuántos vehículos entran y salen.

Quizá esa sea la medida de su capacidad.

 

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