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1442 5 Noviembre 2013

 

Desarrollismo contaminante
Lupita Rodríguez Martínez

Monterrey.- La secretaría de Desarrollo Sustentable del estado de Nuevo León, creada al arranque del actual sexenio, tiene entre sus responsabilidades la de medir y evaluar, permanentemente, la calidad del aire que respiramos en el Área Metropolitana de Monterrey.

Es decir, tiene la grave responsabilidad de llevar a cabo las acciones de prevención, control y mitigación de la contaminación atmosférica, así como la difusión diaria y puntual del monitoreo ambiental.

Para medir y evaluar la calidad del aire, la secretaría cuenta con el Sistema Integral de Monitoreo Ambiental (SIMA), que opera nueve estaciones de monitoreo distribuidas en los municipios de Monterrey, Guadalupe, Santa Catarina, San Nicolás, Escobedo, García, Apodaca y Juárez, a través de las cuales registra el comportamiento meteorológico y reporta las fuentes contaminantes del aire, ya sean fuentes fijas o semifijas.

Actualmente, en Nuevo León vive una población de cuatro millones 653 mil habitantes (según el Censo 2010 del Inegi) y posee un parque vehicular de tres millones 798 mil 825 vehículos, siendo la segunda entidad federativa con mayor número de vehículos automotores.

Aparte, Nuevo León es un estado netamente industrial, ya que por el crecimiento de su actividad fabril se han desarrollado 57 parques industriales, más de mil 800 empresas extranjeras y un alto número de empresas nacionales, regionales y locales, pertenecientes a la pequeña, mediana y gran industria, todo lo cual hace que Nuevo León sea uno de los Estados que más aporta a la Federación en Producto Interno Bruto (PIB).

El progreso es innegable, pero también es innegable e incuestionable que nuestro medio ambiente está muy contaminado, más allá del monitoreo del SIMA, cuyos resultados señalan que en los últimos meses no hemos rebasado el punto de pre-contingencia ambiental, el cual es mayor a 165 Imecas (Índice Metropolitano de la Calidad del Aire).

Sabemos, y esto requiere de una acción urgente, que en Nuevo León falta plantar más de un millón de árboles para contrarrestar los principales contaminantes, como son: monóxido de carbono (CO), bióxido de nitrógeno (NO)2, bióxido de azufre (SO)2, ozono (O3), partículas menores a 10 micrómetros (PM10) y partículas menores a 2.5 micrómetros (PM 2.5), generados por la industria, el parque vehicular y demás actividades humanas, fundamentalmente por la explotación de piedra caliza (las llamadas pedreras) y por el desmonte de terrenos para nuevos fraccionamientos habitacionales.

Si nos vamos a las repercusiones en la salud por el aire contaminado, encontramos que las alergias y los problemas respiratorios van en incremento desmedido, particularmente entre las niñas y los niños.

Las autoridades ambientales requieren poner atención en el compromiso de las industrias de mantener esquemas de empresa limpia, particularmente en las zonas más densamente pobladas. Por poner un ejemplo, en el noreste del Área Metropolitana de Monterrey existe un complejo industrial que día a día y en determinadas horas de la noche “suelta” gases contaminantes, inundando por horas de olores nauseabundos el medio ambiente y las corrientes de aire, lo cual habla de que aún estamos lejos de alcanzar procesos de empresas limpias y socialmente responsables.

No se puede sacrificar la salud humana, ni los ecosistemas, en aras del desarrollo industrial y el progreso económico.

No hay que olvidar que el derecho a la salud, así como el derecho a vivir en un medio ambiente sano, tienen que ser garantizados por las autoridades del gobierno federal, estatal y municipal, quienes de manera corresponsable y concurrente deben poner en marcha programas y acciones que efectivamente mejoren la calidad de nuestro medio ambiente, pero no solamente del aire, sino también de la tierra y del agua.

Urge el diseño de programas que reduzcan el parque vehicular y desestimulen el uso del automóvil. Urgen programas de reforestación (tan sólo Monterrey tiene un déficit de más de 413 hectáreas de áreas verdes, según un estudio reciente de la Facultad de Ciencias Forestales de la UANL), así como profundizar en los programas de empresa limpia y, sobretodo, poner freno al desarrollismo urbano en zonas de montaña y en áreas naturales protegidas, que debido a los fenómenos naturales de las últimas fechas terminó por afectar numerosas viviendas en perjuicio de sus propietarios.

 

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