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1447 12 Noviembre 2013

 

CLAVES DE GÉNERO
Malala Yousafzai o de la educación de las niñas
Lídice Ramos Ruiz

Monterrey.- En este semestre escolar hemos tenido la suerte de leer con las y los estudiantes la obra escrita en 1763 del ginebrino Juan Jacobo Rousseau, Emilio o de la Educación donde describe y propone una perspectiva diferente a la educación de su época.

Rousseau parte de la idea de que la naturaleza es buena y que el niño debe aprender por sí mismo en ella, quiere que el niño aprenda a hacer las cosas, que tenga motivos para hacerlas por sí mismo. Insiste en el potencial del niño como recurso de la educación y no en los palos y maltratos que la sociedad les impone. Rousseau nos ha trasmitido la idea de que es la educación la puerta de una sociedad más libre y con posibilidades de ser igualitaria.

Aunque subordina la educación de Sofía al servicio de los intereses masculinos, cuestión que opaca su filosofía, coloca las bases para entender la educación que ha de formar seres humanos como primera tarea, creando seres éticamente responsables; la segunda, formar ciudadanos y ciudadanas para la vida política y una tercera, humanos para el trabajo.

Doscientos cincuenta años después en la vida de la civilización humana, aparece Malala una chica de 16 años de la etnia Pastún de Pakistán. La violencia de género la ha llevado a defender la educación de las niñas y niños del mundo. Malala se describe como musulmana creyente y recuerda cómo desde pequeña, cuestionaba la actitud de su cultura hacia las mujeres. Influenciada por su padre Ziauddin Yousafzai (un educador que fundó una escuela para niñas pese a las presiones y amenazas del régimen Talibán), ella tiene un amor por el conocimiento y la necesidad de la educación como liberación.

La chica habla en su lengua nativa y en inglés, y desde los 13 años se ha convertido en una activista en el valle del río Swat, donde el régimen talibán ha prohibido de todo, la música, la televisión, el canto, los juegos de los y las niñas, los lápices y los libros, en fin, todo lo que a una niña puede serle de formación, de manera especial, la asistencia a la escuela.

Las redes sociales admitieron que bajo el pseudónimo de Gul Makai, ella se dedicara a explicar la vida bajo el régimen opresor escondida en un armario y con miedo a los humanos. En sus propias palabras, ha dicho: “los talibanes son seres humanos pero son muy violentos y hacen tanto daño que cuando un niño oye hablar de un talibán, le entra miedo, igual que si fuera un vampiro o un monstruo”.

Esta comunicación via las redes sociales, le lleva el 9 de octubre de 2012 en Mingora, a ser víctima de un atentado. Un sujeto vinculado a los talibanes abordó el autobús escolar, le disparó en repetidas ocasiones con un fusil lastimando su cráneo y cuello, por lo cual debió ser intervenida quirúrgicamente. Ella fue trasladada en helicóptero a un hospital militar, y el 15 del mismo mes fue reubicado a Inglaterra para implantarle una placa de titanio en la cabeza y un dispositivo auditivo. Los medios mundiales le dieron amplia cobertura. En enero de este año, 2013, ha salido a su casa en Birmingham para seguir con su recuperación.

Relata en alguna de las entrevistas, cómo en 2009 el miedo les rodeaba: “queríamos hablar pero no sabíamos que nuestras palabras nos conducirían al cambio, que nos escucharían en todo el mundo. No estábamos enterados del poder que encierra un lápiz, un libro. Sin embargo, se ha demostrado que los talibanes, que tenían fusiles y explosivos, eran más débiles que la gente con lápices y libros”.

Por más novedosa que parezca la demanda de Malala, las mujeres de todas las épocas del devenir de la sociedad occidental han buscado en la educación una puerta a la libertad y la igualdad social, toca ahora al mundo oriental pakistaní, antiguo dominio británico, con 180 millones de habitantes y espacio de varias culturas de la antigüedad con una pluralidad étnica y lingüística, dar un lugar a sus mujeres.

A pesar de que las costumbres de la etnia Pastún no han podido ser tocadas por el gobierno central, que ha señalado que las mujeres participen en los ámbitos de la vida nacional, las mujeres que han logrado estudiar hablan de un patriarcado feroz donde los hombres son los que deciden con quienes pueden hablar, cuando y cómo sus hijas o mujeres de casa les sirven y viven.

Sin lugar a dudas, para las mujeres del mundo musulmán los cambios no serán fáciles, aún con educación, hay que desarticular ¿qué tipo de educación se va a recibir? ¿Por parte de quién? ¿Cuáles serán sus contenidos? En un mundo globalizado, puede verse desde los ojos de muchos varones como Kashif Mirza que preside la Federación de Escuelas Privadas de Pakistán, que Malala sea un instrumento de occidente con todo y que ella hable de Mahoma y sus reglas religiosas.

La voz de esta joven ha llegado a las Naciones Unidas, ha puesto los ojos de otras mujeres del mundo en las niñas de esta parte del planeta, donde cerca de un millón de niñas están casadas y tienen toda clase de maltrato de sus esposos, ello amparado por las leyes religiosas islámicas. El Corán no tiene ningún precepto que exija a los maridos amar a sus esposas, en cambio dice: “Vuestras mujeres son campo labrado para vosotros. ¡Venid, pues, a vuestro campo como queráis, haciendo preceder algo para vosotros mismos! ¡Temed a Alá y sabed que le encontraréis! ¡Y anuncia la buena nueva a los creyentes!”

Arduo trabajo para las niñas que como Malala, tendrán que hacer otra interpretación de este libro fundante y además no sólo eso, sino ver cómo, junto a mujeres de más edad, se logra aplicar la Ley sobre Violencia Doméstica que el 2009 aprobó la Asamblea Nacional de Pakistán, donde existen escaños para mujeres (ley no aprobada en el Senado, y menos en el Consejo de Ideología Islámica). La amenaza de los hombres a la aprobación de dicha ley, es que aumentará el índice de divorcios.

En dicho territorio, las mujeres divorciadas o viudas son muertas vivas. Sin saber leer ni escribir, sin trabajo, sin derechos, sin poder explicar sus motivos o deseos, acabarán víctimas de feminicidios para lavar la “vergüenza” de sus hombres.

La educación que solicita Malala, para niñas y niños, como podemos observar, no es sólo para las mujeres orientales, las occidentales estamos empeñadas en que la perspectiva de género sea transversalizada en todos los niveles educativos de las escuelas públicas y privadas para poder reflexionar sobre la construcción de otro mundo posible, más humano e incluyente donde la igualdad de género sea una realidad y vaya acompañada de otras expresiones de igualdad social.

 

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