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1447 12 Noviembre 2013

 

IFE o INE
Pablo Vargas González

Pachuca.- Un nuevo debate está dividiendo a la clase política (líderes de partidos influyentes, gobernantes, legisladores locales y federales y círculos cercanos de tomadores de decisiones), puesto que se acerca el turno de la “reforma política electoral”, en la que se vaticina nuevo “atole con el dedo” y en la que nuevamente se quedan fuera los intereses de la ciudadanía.

La propuesta surgida en el Pacto por México (patrocinado por Peña Nieto), donde en la mesa sólo se sientan los líderes del PAN, PRI, y PRD tienen un listado de reformas políticas electorales, siendo la más importante la conformación de un organismo que se encargue de organizar las elecciones mexicanas tanto federales y locales que se denominaría Instituto nacional electoral (INE).

Este nuevo organismo vendría a sustituir el actual sistema electoral mexicano, en cuanto a la organización y administración electoral, que se divide en elecciones federales organizadas a partir de 1990 por el Instituto Federal Electoral (IFE), y elecciones locales organizadas por organismos estatales en las 32 entidades federativas, en un falso y simulador federalismo, que nadie respeta, y se interpreta a discreción.

En el contexto de la transición mexicana (que tiene 35 años) se puso mayor atención: a) al deterioro de la legitimidad del régimen; b) a los cambios del partido hegemónico; c) en los organismos e instituciones electorales centrales, y d) en los alcances de las modificaciones a la ley electoral federal. Pero muy poco se atendió a las condiciones y cambios de poder ocurridos en los niveles local y regional. Y, sin lugar a dudas, fue en el nivel local (estados y municipios) en los que mejor se pueden apreciar las dificultades de la transición política nacional, puesto que los avances y retrocesos se vinculan con la mayor o menor apertura política en las entidades federativas, y con el balance de las contradicciones y conflictos entre grupos de poder con influencia extra local, los grupos tradicionales y las fuerzas civiles alternativas.

En el nivel local, el poder en México no tuvo la capacidad ni la voluntad de garantizar mejores condiciones políticas y electorales. Tampoco propició condiciones de certidumbre y legalidad tanto en el entorno como en el proceso electoral, pues las reformas electorales fueron tardías e incompletas.

Por el contrario, los niveles locales(Estados y municipios) fueron espacios de subordinación a los intereses de la elite política, donde prevalecieron los mecanismos de control que caracterizaban las elecciones semi competitivas del régimen autoritario: la refuncionalización y la rehabilitación del corporativismo y los cacicazgos, el control exacerbado de los organismos electorales, la coacción clientelar, el uso patrimonialista de programas sociales y la propagación de la cultura del miedo para forzar el voto de la “estabilidad”.

Con la reforma política de 2007-2008 abrieron un conjunto de medidas de gran impacto para la organización, vigilancia y calificación de las elecciones locales. Incluye desde la posibilidad de “unificar” fechas del calendario de elecciones locales y federales; la “ciudadanización” de los partidos para no aceptar mecanismos de inclusión “corporativa”; e inclusive hasta que el IFE pueda constituirse en árbitro electoral en aquellos estados que así lo convengan, así como el acotamiento de uso patrimonial de recursos. Todo ello ha sido insuficiente.

Ese es el marco del debate, los estados son intervenidos por élites políticas que controlan los mecanismos de participación ciudadana. Por ello, una parte del PRI, del PAN y PRD proponen la desaparición de los organismos electorales (institutos y tribunales electorales) pensando que con ello se pasaría a elecciones más confiables y limpias. Sin embargo, una gran parte del PRI (Gobernadores y congresos locales) se oponen a la medida.

La propuesta está estancada por las presiones de las fuerzas vivas del stato quo. Y posiblemente las negociaciones se lleven a una salida mediocre donde se continuará con “Más de lo mismo” y aparte de premio le darán a la gente la “reelección de diputados”.

El resultado de la reforma será: “la misma gata pero revolcada”.

 

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