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1453 20 Noviembre 2013

 

CLAVES DE GÉNERO
Olas del feminismo mexicano
Lídice Ramos Ruiz

Monterrey.- En los días 13, 14 y 15 de noviembre, asistimos a la bella y pulcra ciudad de Querétaro a la reunión anual de la Red Nacional de Instituciones de Educación Superior “Caminos para la equidad” RENIES-EQUIDAD, cuyo objetivo es articular los esfuerzos institucionales y promover la transversalización de la perspectiva de género al interior de las comunidades educativas de educación superior, apostando a un cambio en la cultura de dichas instituciones que impulse políticas reales a favor de la igualdad entre mujeres y hombres.

El feminismo trabaja por olas, remueve (como estas bellas acciones del mar) estructuras, personas y saberes a los que cubre con su cresta y en el remolino que engendra al retornar al lecho, deconstruye y vuelve a construir bajo reglas de operación diversas e incluyentes, a las sociedades que le adoptan. Obliga a salir del silencio los saberes de las mujeres que tejen nuevos horizontes.

En México, durante los años setentas y ochentas se conforman en el feminismo académico, centros, líneas de investigación y espacios personales donde mujeres académicas dan tono y color contemporáneo a sus estudios, buscan un lenguaje propio, una reflexión crítica que explique las ausencias, los sesgos y la exclusión de su presencia en las universidades. Allí están Las Pioneras; Graciela Hierro. Mercedes Barquet. Elena Urrutia, Eli Bartra, Alaidde Foppa, Rosario Castellanos entre muchas otras.

Durante los años noventa, van en la cresta de la segunda ola, nuevos centros impulsados por el ejemplo e ímpetu de Las Pioneras; más investigaciones, cursos en la provincia que se nutren de sus académicas, ahora quinceañeras en Monterrey, Guadalajara, Estado de México, Michoacán, Guerrero, Querétaro, Nayarit, Colima, Sinaloa por nombrar algunos lugares. La primera reunión de esta época fue en Chapala, Jalisco y la segunda en Monterrey, de allí siguieron otras más, bajo la luz y generosidad de Graciela Hierro.

En todos estos años, las reflexiones permitieron consolidar la interdisciplina, la tolerancia y el respeto a los saberes entre nosotras. La categoría género, como categoría analítica trueca los presupuestos teóricos tradicionales y aprueba cuestionar lo invisibilizado, dando cabida a muchos trabajos que son vistos como científicos, ya que se reconoce autoridad y relevancia a sus explicaciones.

El feminismo como palabra que implica transformación y esfuerzos, se tenía por término muy politizado provocando algunas discusiones y polémicas agudas que no daban calurosa acogida a los asuntos de las mujeres. Entonces se habla de movimiento amplio de mujeres, movimiento feminista, centros de estudios de género, programas, líneas de trabajo feminista, etc. discutiendo la conveniencia de los nombres de las instancias a construir, buscando en el giro lingüístico la conservación del espíritu igualitario y la contribución a repensar el papel de las mujeres, los imaginarios sobre lo que implica ser mujer u hombre en las sociedades humanas. El empoderamiento y la capacidad de proyección y acción de ellas como sujetas de la historia.

El feminismo académico mexicano se ha propuesto una serie de estrategias intelectuales para provocar cambios y lograr introducirse con sus perspectivas en el pensamiento y prácticas de la academia. Jornadas, congresos, encuentros, estudios, trabajo colaborativo, cursos, buscando acoger el elenco de preocupaciones feministas centrales a los esquemas liberales, radicales o marxistas o las ahora enraizadas en el giro culturalista. Siempre ha procurado destacar el valor socio-cultural del colectivo mujeres, desenmascarando los sesgos patriarcales de las teorías y metodologías tradicionales, repensando y redefiniendo conceptos, acuñando nuevos y ajustando miradas a viejos y nuevos asuntos de la vida en sociedad.

El complejo terreno de las definiciones y el nombramiento del mundo también desde las mujeres, el poder crear o considerar con valor un pensamiento propio o las experiencias de las mujeres, no ha sido fácil. Distinguir la naturaleza de la subordinación y conocer las causas de la misma, precisa aplicar un nuevo bagaje conceptual y metodológico a partir de la ética y presupuestos feministas. Mucho ha costado poder nombrar, poder crear, porque como dice la filósofa española Celia Amorós, conceptualizar es politizar y en el mundo académico masculinizado, tergiversa, ya que muchos y muchas colegas, no dan sentido de las aportaciones feministas a las ciencias.

La institucionalización y los requerimientos de gestión de las instituciones de educación superior han dado pie a la creación de una serie de mecanismos para lograr la igualdad entre los géneros. Observatorios, comisiones, procesos de revisión de la ley orgánica, campañas, unidades, investigaciones hacia dentro de estos espacios sobre la cultura institucional de género son ahora la demanda principal.

Se establece una serie de vericuetos burocráticos que están por aniquilar el significado igualitario del feminismo como corriente crítica de construcción del conocimiento.

La actual, tercera ola está envuelta en un torbellino que no le permite sosiego; la comunicación y proyección de las relaciones de género se encuentra enredada a la política pública discursiva del país, a las exigencias y demandas a las instituciones de educación superior y a los apoyos institucionales que reciban los espacios de estudios de género.

Los reajustes en las tradiciones de la academia, el abandono de la memoria colectiva, el deslizamiento político y semántico de la noción de género y del concepto de feminismo desemboca en nudos centrales del quehacer de las instituciones de educación superior que buscan ayudar a la formación de personas, ciudadan@s y trabajador@s. La interrogante latente de nuevo cuño es si la pertenencia de pleno derecho a la polis prevé el requisito a la individualidad y respeto al cuerpo de las mujeres y hombres y si no estamos cayendo en resoluciones superficiales a las temáticas que el feminismo enarbola.

¿Cómo combinar una vertiente racional, pragmática y legalista con otra emotiva, pasional y creadora de lazos identitarios que no niegue la individualidad, pero que reflexione sobre acciones colectivas que se apropien de los espacios públicos y privados para contar con una humanidad más comprometida con su entorno y la vida diaria de las personas? ¿Cómo releer las posturas igualitarias de los feminismos y que sea el conocimiento que producen las instituciones de educación superior el que propicie nuevos caminos de soluciones a la población mexicana?

En eso estamos. Se buscan mentes y conciencias masculinas y femeninas comprometidas.



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