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1465 6 Diciembre 2013

 

EL CRISTALAZO
Mandela y la libertad
Rafael Cardona

Ciudad de México.- Matizada por las historias tejidas por esclavismo y el colonialismo, siempre ventajosas para los opresores, la historia del continente africano nunca llega a ser comprendida en toda la indescriptible vergüenza de su verdadera dimensión, si no es por lectura de algunos textos (o la vivencia directa) donde se nos pone frente a los ojos la verdad.

“Entre los mundos tribales y el salvajismo colonialista, África nunca ha conocido la libertad”, decía Roger Casement. Y Joseph Conrad se lamentaba frente a la escalofriante violencia de la “civilización” del Continente Negro:

“…resulta extraordinario que la conciencia de Europa, que detenta años atrás puso fin al comercio de esclavos por razones humanitarias, tolere (c.a. 1890) el Estado del Congo hoy en decía. Es como si el reloj de la moral se hubiera atrasado muchas horas… supongo que estamos muy ocupados en otras cosas , demasiado interesados en asuntos trascendentales parta romper lanzar por la humanidad, la decencia y la justicia…”

No conocemos los latinoamericanos de este y el siglo anterior (ni siquiera en estas tierras de dolor y abuso) una atrocidad como el sojuzgamiento histórico de los pueblos africanos. En la esclavitud fracasaron todas las monarquias, al menos moralmente y los palacios europeos construidos sobre el trabajo de negros apaleados, desterrados, confinados a lugares distantes de su nacimiento y sin posibilidades inmediatas de asimilación y respeto, son verdaderos monumentos a la inhumanidad y la inmoralidad.

“… vio hombres azotados a chicotazos de manera inmisericorde por no haber llevado al sitio de recolección el látex requerido. Oyó hablar de tribus enteras que emigraban a través del Río Congo para evitar las brutalidades de la Force Publicque, de ejecuciones en masa perpetradas por agentes del gobierno y de incursiones punitivas en las que se llevaban a cabo mutilaciones obscenas… (Peter Forbath).”

Pero no es necesario ir tan lejos. Hace apenas unos meses, cuando aun vivía en Sudáfrica el “Madiba”, Nelson Mandela, todos supimos de esta noticia:

“La Policía sudafricana disparó el jueves sobre miles de mineros que se estaban manifestando armados con palos y machetes y acabó con la vida de 34. El Sindicato Nacional de Mineros de Sudáfrica (National Union of Mineworkers, NUM, en inglés) afirma que la cifra de muertos asciende a 36, según informa France Presse.

“Un reportero de la agencia de noticias de Sudáfrica SAPA dijo haber contado 18 cadáveres. Fotografías e imagénes de televisión desde la escena muestran a los policías con chalecos antibalas y rifles de asalto y en el suelo, cuerpos ensangrentados de mineros.”

“Se trata de trabajadores en la mina de platino de la empresa Lonmin en Marikana, a unos 100 kilómetros de Johannesburgo. Los disturbios comenzaron el pasado día 10, cuando unos 3 mil mineros abandonaron sus puestos de trabajo para protestar por sus condiciones salariales. La empresa llamó a esta acción una huelga ilegal”.

Hoy Mandela ha muerto y en el nombre de su lucha se han encendido todas las lámparas de la buena voluntad en el mundo. El hombre cuya vida pasó de la ergástula a la leyenda, quien inspiró a millones y movió conciencias a lo largo y ancho del mundo, transformó una realidad. Cumplió una misión, fue un ejemplo, sacudió conciencias y despertó pasiones y al final murió con una obra inmortal.

DF

¿Cómo califica el informe del Doctor Mancera? le preguntan José Narro Robles, invitado al informe del jefe de gobierno, quien llega a esta etapa de su mandato en medio de las presiones sociales derivadas del activismo magisterial y político contras las reformas y el destino petrolero.

“Con la más alta calificación”, responde el rector de la UNAM.

Afuera del Senado cuelgan calzones y letreros; el cerco policiaco detrás del bloqueo de los activistas encabezados por el hijo del Hombre de Macuspana, Andrés Manuel López Beltrán. En el nombre del padre y del hijo…

Pero un tanto hacia el oriente, también sobre Reforma, el jefe de Gobierno ofrece un mensaje de aniversario. Ya se deshace la concurrencia cuya convocatoria colmó el Auditorio Nacional. Ya se mueven los uniformados y aquellos sin uniforme sindical. Ya dejó de cantar hace un buen rato (por fortuna) Regina Orozco y los integrantes del equipo “mancerista” se dispersan por los corredores.

Todos escucharon, todos aplaudieron. Pero eso no es importante. Lo bueno sería reflexionar en estas ideas del jefe de Gobierno:

“…esta ciudad ha conquistado derechos para todas y para todos, advirtió. No existe y lo digo con claridad, ningún derecho humano que se sustente en la violencia...”

“…Yo no vengo aquí a ver por mi futuro, tengo que trabajar por el ustedes, por el de la ciudad y el de nuestros hijos, no protesté la encomienda que se me dio por esta ciudad para administrar una imagen, la acepté para gobernar y lo voy a seguir haciendo con toda responsabilidad y convicción, con pasión como se tiene que ejercer el Gobierno sintiendo la voz de todas y todos…”

“…vamos a seguir escuchando a la gente, trabajar por ella. Vamos a pagar el justo precio que tiene la confianza que me han depositado y lo voy a pagar todos los días y lo voy hacer con mucho gusto y mucha convicción”.

A esa hora se empezaba a esparcir la noticia de la muerte de Mandela.

 

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