Reforma energetica con policia y tanqueta
Pablo Vargas González
Pachuca.- Con la rapidez que marcan los nuevos tiempos, de regreso del PRI a Los Pinos, sin debate ni consulta nacional sobre los recursos naturales del país (principalmente recursos estratégicos nacionales: gas, petróleo y petroquímica) la iniciativa presidencial pasó a los congresos locales de la misma forma: a escondidas, en la oscuridad, subrepticiamente, como si fuera un real latrocinio, pero con agravantes. En medio de protestas, se cocinó una imposición más a la sociedad mexicana.
La aprobación en el Congreso local del estado de Hidalgo no podía ser distinta, debido a que hoy se goza de vínculos de compromiso para que las políticas presidenciales pasen de modo privilegiado, que no eran necesarios dada la disciplina vertical del partido en el poder.
La tarde del viernes se supo por redes sociales que el Congreso local de Hidalgo preparaba para las 18 horas la aprobación exprés de la iniciativa que privatiza y desnacionaliza los recursos naturales. Las organizaciones sociales y políticas convocaron a cercar la sede legislativa. Paulatinamente, se fue juntando la gente hasta pasar de decenas a cientos que se apostaron en las entradas.
Buena parte de los legisladores lograron entrar, otros con escoltas de la policía local y federal penetraron al recinto. Una diputada de apellido Tello, entró tirada en una patrulla. También llegaron las diferentes corporaciones de policía para salvaguardar el Estado de derecho. Adentro del congreso “pasaban las de Caín” debido a que no completaban el quórum para lograr una imposición contra los intereses de la ciudadanía.
Vinieron acciones ridículas y grotescas propias de una obra bufa, que serían risibles sino fuera porque formaban parte de un escenario político donde se daba un golpe a la Constitución y al control estratégico del petróleo y gas. Tres diputados llegaron tarde y no pudieron entrar por la puerta principal, ya a esa hora, los accesos de la Cámara de diputados estaban cerrados por policías y personas que se manifestaban en protesta de lo que era un “asalto a la nación”.
Entonces, se instrumentaron operativos para lograr el quórum de la maquinaria integrada por PRI, PAN y PVEM. Algunas notas periodísticas narran la bochornosa integración de la “mayoría”. El coordinador de la fracción del PAN Juan Carlos Robles Acosta, entró subiendo por una azotea, en un edificio adjunto. Se narra que el diputado del PVEM, Antonio Chávez Barraza, entró a las oficinas de la Radio estatal, huyendo de los manifestantes, pero no lo conocían los manifestantes. Chávez Barraza se tuvo que disfrazar de empleado portando una chamarra del staff de Radio y Televisión de Hidalgo, y protegido por la policía pudo entrar a cumplir su misión.
El que pasó verdaderos tropiezos fue el diputado Juan Viggiano Austria, quien tratando de eludir a los manifestantes se refugió también en las instalaciones de Radio y Televisión de Hidalgo, dicen que entró directamente hasta las cabinas de transmisión donde se “amuralló” hasta que el secretario de Seguridad Publica, Ahedo Mayorga, se apersonó y con la posición y las fuerzas que lo respaldan pudo rescatar al legislador. Tanto periodistas como manifestantes se percataron de su estado etílico.
Se logró el quórum mayoritario, y sin un debate sobre los contenidos y los alcances de la reforma presidencial, muy pocos sabían de qué se trataba, algunos regresaban de fiestas y comidas en que se encaminaban al maratón Guadalupe Reyes para gastar los aguinaldos que con el sudor de su frente y de sus posaderas habían logrado ganar por ser “levantadedos”, como lo han mostrado en sesiones anteriores. Afuera la presión arreciaba, el coordinador del Congreso que había prometido recibir un oficio de personas que firmaban contra la reforma, hizo mutis y desatendió a sus representados.
Como colofón, llegó una tanqueta junto con decenas de patrullas para intimidar a los protestantes. Adentro, los legisladores hidalguenses se vestían de gloría, con 22 votos a favor y siete en contra. Se aprobaba una reforma que destroza los principios del pacto social mexicano, el Estado de bienestar y de Derecho.
Se abre una nueva etapa distinta de cambios y revueltas sociales.
