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1499 23 Enero 2014

 

Cambios al servicio militar
Hugo L. del Río
 
Monterrey.- “Grandeza y servidumbre militares”. El título –que se puede aplicar a todos los oficios y profesiones– del libro del francés Alfredo de Vigny, es muy elocuente. Lo recordé ahora que la Secretaría de la Defensa Nacional pone en marcha su nuevo programa del servicio militar. No está mal: el conscripto vive vida de soldado tres meses en los cuarteles
y la autoridad castrense libera su cartilla.

Durante décadas, la tarea de conscripción fue una broma de mal gusto: la muchachada la describía como “la marchada”. La idea de la SeDeNa me parece aceptable. Todos los Ejércitos del mundo tienen derecho a promoverse entre la juventud y, bien vistas las cosas, la carrera militar no es la peor. Nuestro padre Cervantes tenía a mucho orgullo su experiencia en guerra contra turcos y moros. Y hay siete millones de jóvenes mexicanos que no estudian ni trabajan. El estamento castrense les está ofreciendo una oportunidad interesante. El nuevo esquema plantea riesgos, como todas las cosas: sicarios juveniles que se infiltran a la institución para crear relaciones entre la tropa y corromper a los corruptibles; chamacos con vocación de asaltantes que aprenderán a manejar armas; pero si vamos a estar –como Vuitton Arellanes– con el Jesús en la boca todo el tiempo, no haremos nada.

En mi juventud, el Ejército era una institución de poco brillo y el tropero era visto como proclive al vicio y la mala vida. Una vez el general Trinidad Rodríguez nos invitó a almorzar a varios milicianos y, aunque devolvió los platos varias veces, los rancheros nunca retiraron las moscas atrapadas entre los frijoles acedos. Pero olvidábamos que las fuerzas armadas mexicanas son las únicas en Iberoamérica que, desde 1929, rechazan la tentación del cuartelazo. Por lo demás, entiendo que las cosas han cambiado en el instituto armado.

Los quintos, como se dice en España, aprenderán algo de disciplina, autocontrol, compañerismo. Todo esto está bien, pero la clave radica en el espíritu de servicio y la vocación de respeto a la Sociedad y la Ley, ambas con mayúscula. “Vuelvo de mi misión luego de fundar mi parentesco con la granjerita”, escribe Saint-Exupery en Piloto de Guerra. “La sonrisa de ella me fue transparente. A través de ella he visto mi aldea; a través de mi aldea, mi país; a través de mi país, los otros países. Pues soy una civilización que ha tomado al Hombre como clave de bóveda”. Esto es lo que los comandantes están obligados a insuflar en el ánimo de los chicos. Si no lo hacen, el esfuerzo será estéril.

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Cabecea El Universal: “Ofrece México asistencia para reconstrucción de Siria”. 5mentarios.

hugoldelrioiii@hotmail.com

 

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