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1499 23 Enero 2014

 

ANÁLISIS A FONDO
El Conciliábulo de Davos
Francisco Gómez Maza

El lujurioso banquete de los barones de este mundo
Y millones de trabajadores, caminando hacia el vacío

Ciudad de México.- El Papa Francisco sabe con quiénes y a quiénes se dirige cuando habla sin tapujos. Ya sabe que casi nadie de la cristiandad –la más horrenda caricatura del Cristianismo– le hará caso, pero no por ello deja de proclamar su palabra de guardián de los pobres de este mundo, de denunciante, de defensor, de vox clammantis in deserto.

En la víspera de la reunión cumbre de Davos gritó el Pontifex Maximus para echarles en cara a los poderosos de este mundo que es vergonzoso, indignante, que cada día mueran de hambre millones de seres humanos.

Un grito de dolor de un hombre que en vez de las sandalias del pescador calza los zapatos destartalados de un trabajador y viste lo más parecido al Poverello de Assis, aquel hombrecillo que abandonó riquezas, honores y glorias de este mundo para abrazar, besar y encariñar a los más pobres de los pobres.

Indignante que mueran de hambre millones de seres humanos diariamente, hambre que nunca será saciada con cruzadas –las cruzadas las inventaron los papas para matar sarracenos–, sino cuando se justifiquen las relaciones de producción, cuando los millones de trabajadores no tengan que pasar hambre ni tengan que amarrarse las tripas, como ocurre con millones de mexicanos –dicen que son siete millones, pero son muchos más, el doble, el triple, el cuádruple, el quíntuple, el séxtuple–; con cruzadas no se acaba el hambre en tanto no se enseñe a pescar a la gente que se muere de hambre.

Y a los poderosos de este mundo –los dos millares y medio de barones del poder económico y político, que iniciaron ayer la pasarela en la alfombra roja de Davos– lo menos que les interesa es dar de comer al hambriento, dar de beber al sediento, dar posada al peregrino, vestir al desnudo, redimir al cautivo, entre otras obras de misericordia.

Y lo menos que se le puede pedir a los representantes de México en el Foro de aquel paraíso invernal de Europa es que estén conscientes de que el encuentro de los poderosos en Suiza es sólo eso, un foro terapéutico, porque qué cosa buena puede salir de Davos. Nunca ha salido más que el reforzamiento del egoísmo y la avaricia de los poderosos de este mundo. Los trabajadores siguen un camino paralelo de salarios injustos, de pobreza, de miseria, de ausencia de oportunidades, y la situación se agudiza en el mundo y, por lo que toca a los mexicanos, los trabajadores continúan sin dinero en la cartera, sin esperanzas de que vayan a vivir un buen futuro, que del futuro sólo tienen una sola certidumbre: que han de morir.

Algunos dirían que el Papa peca de ingenuidad; que el presidente Peña Nieto se engaña con su asistencia a Davos. Puede ser. Pero es un foro que el mandatario mexicano debe de aprovechar no para hacer propaganda burda, demagógica, de sus reformas, que aún no han pasado la prueba del ácido, sino para dejar registro de que las cosas andan mal porque hay un puñado de seres humanos que desprecian la vida, que maltratan la tierra, que son homines homini lupi.

Otro Davos más y lo mismo de siempre, mientras las economías marchan hacia el desastre –la mexicana es un doloroso ejemplo– y no se mira ninguna luz al final del túnel. Y los trabajadores siguen con hambre y sed de justicia como lo reconoció antes de ser asesinado el candidato presidencial, Luis Donaldo Colosio, a quien flaco favor le hacen los priístas cuando se constituyen en defensores y promotores de un capitalismo aterradoramente salvaje, que sienta a unos cuantos a la mesa del banquete y sólo da a las mayorías, como a los perritos, pinches migajas para que se alimenten.

Mucha gente en México se muere de hambre y peor que eso, sobrevive con hambre, que debe de ser más canijo. Y los barones de Davos, y los señores de Las Lomas, muy bien, súper bien, gozando de los más lujuriosos placeres de este mundo.

fgomezmaza@analisisafondo.com
www.analisisafondo.com

 

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