MALDITOS HIPSTERS
Los editores, los libreros y la valentía
Luis Valdez

Monterrey.- Los editores y los libreros tienen que comer. La mayoría piensan que un escritor escribe porque quiere ser conocido y vender.  Esa es su lógica, aunque a veces en esta misma lógica se les olvida que el escritor también come.

Conozco pocos libreros que leen por gusto y que son personas nobles. A este tipo de libreros se les deja de apoyar y se les remueve. Pero un librero de esta clase es más inteligente y termina consiguiendo la promoción de algún sello editorial. Seguirá siendo un lector toda su vida y tiene un arma extra: es un buen librero porque también es, puede que sin quererlo, un promotor de la lectura.

Cada vez estoy más seguro de la falta de valores de los libreros. Son capaces de recorrer una sección de historia de México y literatura para poner libros motivacionales o de administración light de empresas. El caso es que si estuviera en su lugar posiblemente yo haría lo mismo. Depende el espacio, pensaría yo. No es lo mismo una librería de mall, que vende libritos pequeños a un lado de la caja registradora, que un Sanborns que sólo vende novedades o una Gandhi que vende saldos disfrazados de ofertas. La librería La Ventana alguna vez tuvo un apartado especial de autores regionales. Eso me emocionó. No lo he visto más un solo día en la Gandhi y no se volvió a repetir. De librerías como la Gonvill ni hablar, porque cada año la cortan al 50 por ciento de su capacidad y quedará debajo de alguna escalera. La Casa Universitaria del Libro es hermosa y tiene buena visión, aunque el inmueble no fue el suficiente para exhibir incluso toda la producción editorial de la misma UANL.

Los editores también piensan en dinero. Algunas veces, como los libreros, se justifican con el discurso de que hay que vender dos colecciones de libros comerciales para tener una de arte y cultura. Los entiendo. Triste su caso… y poco valiente. Porque de esta manera los editores y los libreros, pobres diablos cobardes, nunca cambiarán las cosas, en un país donde la gente no lee solamente porque no tenga dinero para un libro, sino porque ¡repudiamos los libros!

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