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1531 10 Marzo 2014

 

Desnutrir la mente
Hugo L. del Río

Monterrey.- La TV local es una de nuestras cruces. Chavana y su vaca son el icono del medio electrónico empeñada en desnutrir la mente del público con la nota roja. Ahora,  los anunciadores explotan los sismos para ganar audiencia, así sea al precio de despertar una ola de neurosis entre los nuevoleoneses.

Los movimientos telúricos no son frecuentes en Nuevo León, pero tampoco son raros. Ya en los años cincuenta, mi amigo y colega Pancho Tijerina González (Tijeras), redactó en El Porvenir un par de notas sobre este tipo de acontecimientos registrados, me parece recordar, en su natal Cadereyta. Y don Santiago Roel padre los consignó en su libro sobre la historia de nuestro estado.

Pero, a lo que vamos. Informar es la primera obligación –en teoría– de lo que Malraux llamaba medios de apelación a las pasiones colectivas. Pero lo que hacen locutores improvisados en reporteros es alentar el morbo, divulgar la ignorancia y despertar el temor. El otro día entrevistaron a unos campesinos del rumbo de Los Ramones quienes, ingenuamente, culpan de los movimientos telúricos a cuadrillas de perforaciones en busca de gas y/o petróleo. Nunca había pasado esto hasta que llegaron los equipos con sus taladros, decían los vecinos. Es más, uno de los lugareños atribuyó las trepidaciones al paso de los camiones. Uno no los puede culpar. Los irresponsables responsables son los malos profesionales de la cámara y el micrófono. Minuto tras minuto, los de la televisión fueron escalando el absurdo hasta que ellos mismos daban la impresión de aceptar que, efectivamente, los estremecimientos de la tierra eran producidos por las perforaciones.

Una de las locutoras, supongo que en un instante de crisis de conciencia, empezó a comentar que los especialistas en estos eventos, como personas inteligentes y enteradas que son, descartaron esa ligazón entre los microsismos y los horadamientos. Pero rápidamente la callaron sus compañeros. Y se dio rienda suelta al más patético de los amarillismos. ¿Cómo va a ser posible que las máquinas perforadoras causen el reacomodo de las placas tectónicas? ¿Y cómo vamos a aceptar que trabajos de taladrar en Los Ramones ocasionen microsismos en Monterrey, Montemorelos y otros rumbos del estado? Los epígonos de Chavana son ignorantes –creen que es de suma elegancia eliminar la contracción y dicen, por ejemplo, a orillas de el río– pero no tanto como para llegar a esas fantásticas conclusiones. Manipulan, con toda la mala leche del mundo, el desconocimiento que tiene nuestro pueblo de todo lo relacionado con terremotos. Lo que procuran es hacer sentir su peso y subir el “rating”, así sea propalando falsedades. Estos son los telecanales que padecemos y de ese pobre material están hechos los publicistas que se dicen comunicadores.

Ninguna perversión es inofensiva. Ryszard Kapucinski, quien algo sabía de estas cosas, nos advirtió: “El que controla la televisión controla el Estado”. En ese medio hay buenos profesionales. Pocos, pero los hay: el arqui Benavides, Roldán Trujillo, José de la Luz Lozano, Toño Córdoba y ya no recuerdo más nombres. Tenía razón el difunto Manuel Buendía, cuando escribió que desde que los locutores se convirtieron en analistas, los reporteros nos transformamos en intelectuales.

hugoldelrioiii@hotmail.com

 

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