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1531 10 Marzo 2014

 

ANÁLISIS A FONDO
Estabilidad macro, pero no micro
Francisco Gómez Maza

La nariz de Pinocho
Lo mejor es la verdad

Ciudad de México.- La propaganda que la Secretaría de Hacienda difunde es engañosa. Proclama la fortaleza de la economía mexicana, cuando todo el mundo experimenta en su universo personal lo contrario: los medianos, pequeños y micro empresarios. Y más los consumidores. Y más los que tienen que enredarse con el engorroso nuevo sistema de administración tributaria.

El Vocero de Hacienda, en su Informe Semanal, es zalamero y falta a la verdad,  cuando destaca: “México, fuerte ante ambiente de volatilidad”. La solidez macroeconómica, el manejo responsable de las finanzas públicas, las perspectivas de crecimiento y las reformas estructurales no han impactado todavía la marcha de la economía nacional y sólo le han dado a México estabilidad a las variables macro. De acuerdo. Todo va arriba. ¿pero abajo?

El reconocimiento internacional al manejo de lo macro no significa que los trabajadores, los millones de trabajadores, tengan dinero en la cartera, como fue el deseo y el automandato del presidente de la república cuando tomo posesión el primero de diciembre de 2012.

Indudablemente que el recorte de los estímulos monetarios decidido recientemente por el Banco de la Reserva Federal (la FED) sí que tiene un impacto negativo sobre las economías emergentes. Y si lo tiene sobre las emergentes, más lo tiene sobre la economía de México, una economía no emergente, sino dependiente comportamiento de la economía de Estados Unidos, tanto en importaciones como en exportaciones. La balanza comercial con el socio del norte, por ejemplo, no es muy bonancible para los exportadores mexicanos Lo que los mexicanos compra, materias primas principalmente, es aún caro. La basura que nos llega de los países orientales, principalmente de China, sólo es otro medio engañoso. Satisface una demanda muy empobrecida con artículos de pésima calidad.

De poco sirve pues que algunos miembros de la comunidad internacional reconozcan la cuestionable fortaleza macroeconómica de México, si esta fortaleza, si esta estabilidad macroeconómica no se traduce en bienestar de los trabajadores. Y es obvio que, a pesar del reconocimiento internacional a la estabilidad macroeconómica, los trabajadores no están conformes, no están satisfechos, no pueden salir de la pobreza, del amarrarse el cinturón, porque su salario apenas les alcanza para satisfacer sus necesidades más apremiantes.

No es que este escribidor sea porfiado en señalar lo malo, vaya siempre contracorriente de la versión que de la economía insiste en divulgar el Vocero cada semana.

Se entiende eso de la propaganda que todo gobierno realiza para lograr una buena imagen en los medios de información y propaganda. Es comprensible. Pero tal propaganda debe ser realista, y sobre todo verdadera. No pretender decirle al público que lo negro es blanco, cuando todo el mundo ve lo negro negro.

El Vocero asegura, como aquellos ya desaparecidos dogmas de fe pregonados por los teólogos vaticanos, que la solidez de la economía mexicana "ha permitido hacer frente a las condiciones internacionales que prevalecen en la actualidad". Eso de la ininteligible volatilidad de los mercados. La solidez, de nuevo, no es de la economía, sino de las variables macro, como el manejo de las finanzas públicas. Pero si se echa un clavadito en las aguas del erario, verá que la solidez de las finanzas públicas se ha logrado gracias a la paciencia de los grandes, medianos y pequeños y pequeñísimos proveedores del gobierno, del llamado sector público; a un gasto muy austero que aún no derraba liquidez plena en los mercados nacionales.

Se ha pecado de extrema prudencia, lo que en la práctica significa miedo en la política de impulso a las actividades económicas. Hay dinero líquido, sí. Pero depositado en los bancos. Aún no baja a la economía real. Apenas se están anunciando las grandes obras de infraestructura carretera, por ejemplo, que van a crear empleo temporal durante el tiempo en que duren en ser concluidas. Pero, ¿y luego?

Si ya se hubiera liberado todo el gasto público que está presupuestado, se vería ya actividad en la economía. Lo que están vendiendo los comercios al consumidor masivo es basura. Textiles de pacotilla muy baratos, pero que sólo aguantan para una puesta. La industria automotriz, que se había constituido en el motor para que la economía se mantuviera por lo menos a flote, ya dio de sí.

Que el Vocero hable con la verdad, nada más. Eso es lo que todos pedimos. Y sería más simpático a los consumidores. No es culpa ni del secretario de Hacienda, ni del gobernador del Banco de México, ni del de Economía. Es culpa de las malditas leyes de la oferta y la demanda. La economía nacional, pese a la estabilidad macro, no sólo no repunta, sino que continúa en la más absoluta mediocridad. Y que me desmienta el obrero, el empleado, el emprendedor que busca posicionar una pequeña empresa y no puede salir adelante, el empresario pequeño y micro. De que nos sirven, pues, la estabilidad macro y el reconocimiento internacional.

fgomezmaza@analisisafondo.com
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