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1565 25 Abril 2014

 

ANÁLISIS A FONDO
Qué hacemos con cierta clase política
Francisco Gómez Maza

El presidente y México pueden esperar
Qué son dos o tres, o más, periodos extra

Ciudad de México.- En el senado y también en la cámara de diputados se confirma el axioma de que los políticos no representan a nadie más que a sí mismos, y a grupos de interés económico y partidista. Los panistas chantajean, los perredistas se quejan, siempre se quejan, y los priístas hacen como que la virgen les habla; es decir, se hacen pijijis, como dicen los costeños de la costa chiapaneca.

El primer periodo ordinario de sesiones del Congreso, del segundo año legislativo, está por concluir. Concluye el miércoles venidero, el mero día del niño, niño nada fácil de engañar. Y no habrá ni reformas a reglamentos ni leyes secundarias, y todo porque a los legisladores no les da la gana de ponerse de acuerdo. No importa. A quién le importan los procesos electorales; sólo a los barones de la partidocracia, pero éstos, con códigos o sin códigos, de todos modos sacan los procesos de elección. El INE (instituto nacional de elecciones), el tribunal electoral, la fiscalía que conoce los delitos electorales van pareciendo cada vez más con más fuerza, sólo aparatos para adornar una democracia de tugurio, de arrabal.

Es lamentable decirlo con tal crudeza, pero es la verdad. El 30 de abril tendría que estar aprobada la ley general electoral, en sustitución del ya abolido Cofipe, pero a los senadores y diputados les da igual. Al cabo tienen la opción de celebrar tantos periodos extraordinarios como sean necesarios. Se pasaron los tres meses del periodo matando el tiempo. Y lo importante, lo que le importa más al jefe de todos, el presidente de la república, no salió aprobado.

Y los líderes legislativos –las juntas de coordinación política de ambas cámaras– dicen que quieren lo mejor para México, como si México fuera una entidad real y no sólo el nombre de una zona geográfica en la que sobreviven millones de seres humanos entre la ansiedad y la incertidumbre del desempleo, del empleo injustamente remunerado, del empleo subterráneo, sin derechos, sin servicios médicos eficientes…

Ayer, ante la imposibilidad de que los senadores se pusieran de acuerdo en los contenidos de las reformas –competencia económica, telecomunicaciones, códigos y reglamentos electorales–, los líderes del partido en el gobierno, Emilio Gamboa Patrón, por el Senado, y Manlio Fabio Beltrones, en la Cámara de Diputados, a la cabeza virtual de las jucopos –todos sabemos que panistas y perredistas, al final del día, hacen lo que les ordenan los priístas– convocaron a una reunión conjunta de padrinos en la que intentarían destrabar el nudo.

Pero la única salida que tenían enfrente era plantear la celebración de por lo menos dos periodos extraordinarios de sesiones, para aprobar de perdida las leyes secundarias de la reforma político electoral, ante la ya inminente inauguración del proceso electoral que culminará con las elecciones intermedias de 2015. La de competencia económica y la de telecomunicaciones en realidad pueden espera toda la eternidad. Se supone que con la decisión de los periodos extra todos los legisladores quedarán tranquilos y tanto el presidente Peña Nieto como los empresarios quedarán a la espera de las tan deseadas reglas de juego tanto para poder invertir en monopolios que no parezcan monopolios o en las cadenas de televisión y de radio, o en la telefonía celular, platós en donde, con reformas y todo, los reyes continuarán siendo los Azcárraga Jean, los Salinas Pliego y los Slim Helú.

Y los diputados y senadores le habrán servido a la patria, habrán concluido un paquete de reformas para el bien de México, para mover a México. Ahora así se llama la geografía en donde se despachan con la cuchara grande los respetables barones del billete grande.

fgomezmaza@analisisafondo.com  @www.analisisafondo.com
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