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1572 6 Mayo 2014

 

Endulzando la píldora
Hugo L. del Río

Monterrey.- Los mexicanos somos el pueblo más satisfecho de la vida y, quizás, el más feliz del mundo. Esto lo dice la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico, OCDE. Para abrir boca, no sé qué diablos hacemos en la OCDE, que es un club de naciones ricas. Pero, cosas del surrealismo, somos miembros. El mexica Ángel Gurría, quien dejó devastado el gobierno a su paso por el gabinete, es el secretario general de la OCDE. Y, como buen priísta, maese Gurría tiene la responsabilidad de endulzarnos la píldora.

¿Felices, satisfechos? Tenemos siete millones de ninis: jóvenes que no estudian ni trabajan. Apenas si el 61 por ciento de la población entre 15 y 64 años tiene empleo remunerado. Y no hablemos de los sueldos, los inexistentes derechos y esa cosa del pasado que fueron las prestaciones. Los salarios equivalen a la mitad de los que perciben los laborantes de las otras naciones de la OCDE.

Oficialmente, el diez por ciento de los aztecas son analfabetos. Pero en la vida real, el porcentaje de iletrados funcionales debe ser mucho más alto: el mexicano lee un promedio de un libro y cuarto al año. Tenemos una expectativa de vida de 74 años, en comparación con 80, de la organización. Aquí hay una trampa: no es igual el nivel de vida en Sonora que en Chiapas. Pero, en fin, Gurría quiere convencernos y persuadir al mundo que, como aconsejó Iturbide hace casi dos siglos, él, Agustín, nos enseñó la forma de ser libres; nos corresponde hallar la fórmula para ser felices.

Me pregunto si habrá bienestar en un país donde más del 50 por ciento de los niños se encuentran en la frontera de la supervivencia: república de gordos muertos de hambre. Verdaderamente, estamos jodidos. ¿Habrá dicha en los hogares donde el jefe de familia gana cuatro mil pesos al mes? ¿Qué hacen, cuando enferman o sufren un accidente, los nacionales que no están afiliados al IMSS o el ISSSTE?

Gurría corrompe el idioma: los mexicanos, doblegados bajo los golpes que les asesta el Estado, son apáticos, conformistas, indiferentes al hambre, al frío y, sobre todo, a la injusticia. Nos refugiamos en la tele y el fut y le damos la espalda a la vida “como cosa de índole enojosa y menospreciable”, Montaigne dixit. Tenemos el gobierno que merecemos.

Pie de página
Tiene razón el cineasta Alfonso Cuarón. Es más: se queda corto. Sería sano un debate en TV abierta y hora preferente, entre intelectuales y especialistas que quieren privatizar Pemex y los que se oponen a tal medida. En realidad, en una democracia se organizaría un referéndum o plebiscito, porque no es cosa de juego entregar nuestro patrimonio a magnates sin patria ni Dios. Perder el petróleo equivale a perder a México.      

hugoldelrioiii@hotmail.com

 

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