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1573 7 Mayo 2014

 

Desde la tersa noche
Eligio Coronado

Gabriel Bonada es un violinista desempleado y ex-corredor de autos. Sin más futuro inmediato que beber donde sea y esperar que le caiga una tocada (boda, bautizo, cumpleaños, etcétera.). Una noche conoce a Elena, mujer de la vida galante que le cambiará la vida para mal.

Hasta entonces, la mujer de su vida había sido Bárbara, muerta tiempo atrás en un accidente de auto en el que manejaba el propio Gabriel. Con Bárbara, Gabriel sólo vivía para el placer sexual. Ahora, con Elena, su vida adopta un papel más trascendental: justiciero de las sexoservidoras o matador de proxenetas.

En Desde la tersa noche*, de Eusebio Ruvalcaba (Guadalajara, Jal., 1951), todo se desencadena cuando Elena mata a su regenteador. Eso instiga a Gabriel: “les voy a meter un plomazo en la cabeza a los padrotes (…) es algo que hay que hacer” (p. 72). Aunque para entonces ya habían matado al tío violador de Elena para robarle doscientos mil pesos, producto de la usura, o sea, prestar dinero con excesivos intereses. Dinero que, a su vez, Gabriel reparte generosamente entre amigos y conocidos.

La nueva actividad da a la pareja cierta notoriedad, aunque anónima: “anunciaban la misteriosa muerte de un individuo del hampa a manos de un héroe solitario, un “paladín de la justicia que actúa por iniciativa propia y que corre el riesgo de convertirse en un personaje legendario” (p. 95).

Pero el plan no es perfecto: el tercer proxeneta, antes de morir, logra herir a Gabriel muy cerca del corazón. En su huida, éste opta por ver la ciudad en vez de buscar un médico y engaña a Elena para que se baje del auto e irse solo: “Yo mismo alcancé a percibir el olor del hule quemado. Y a escuchar la voz de Elena, que gritaba mi nombre” (p. 118).

Y es entonces que la nunca olvidada Bárbara regresa. La misma que siempre le pedía que corriera más: “Más, más, más, corre más –me ordenó Bárbara” (p. 119). Desde ese momento ella lo guiará: “Oprime el acelerador hasta el fondo, hasta que tope con su límite… (…) y mantén la dirección perfectamente derecha. Yo te digo cuando te desvíes” (p. 129). Lo último que ve Gabriel es la misma roca donde ambos se estrellaron cuando ella perdió la vida.

Así concluye una historia sensual y violenta, cuyo epicentro es la ciudad de México y en la cual se debaten personajes sin destino, hedonistas desesperados, sórdidos oficiantes del dios Baco, seres automarginados por la dejadez y sombras sobrevivientes, todos ellos atrapados por un vértigo de decadencia que los deteriora moral y físicamente y que los va arrastrando hacia un desenlace trágico, tal como ocurre en toda novela negra.

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* Eusebio Ruvalcaba. Desde la tersa noche. 3ª. Ed.Monterrey, N.L.: Nitropress / UANL, 2013. 157 pp., Ilus. (Colec. Punto de Quiebre).

 

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