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1573 7 Mayo 2014

 

Vivir al día
Lupita Rodríguez Martínez
       
Monterrey.- En Nuevo León y México a la mayoría de los trabajadores su salario no les alcanza para sus necesidades básicas y para solventar el gasto en alimentos básicos, adquirir vestido, pagar vivienda, cubrir servicios y costear transporte.

La pérdida del poder adquisitivo del salario afecta a trabajadores formales e informales, cuyos ingresos no muestran signos de recuperación a pesar de las supuestas reformas estructurales en materia laboral, fiscal y hacendaria, toda vez que el salario mínimo sigue castigado año con año.

Por ello, dentro de la gama de indicadores macroeconómicos, el Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval), dio seguimiento al salario mínimo a través del Índice de Tendencia Laboral de la Pobreza, mediante el cual se muestra el porcentaje de la población trabajadora en función de su ingreso y deja en evidencia que más del 60 por ciento de los mexicanos no puede completar el valor de la canasta básica alimentaria.

En el caso de Nuevo León lo grave, además de registrar el segundo valor de dicho Índice en el país, con 1.4243 puntos, solamente superado por el de Baja California, es que también registró la segunda más alta variación (de 9%) en cuanto a la tendencia de trabajadores en situación de pobreza, lo cual indica que Nuevo León no es el Estado rico por excelencia, sino que existen grandes brechas donde la pobreza, marginación y penuria afectan la fuerza laboral. Aunque el Coneval no precisó cuántos nuevoleoneses están en situación pobreza alimentaria, es una tendencia que obedece a la alta concentración laboral en la zona metropolitana, así como a las significativas tasas de desempleo, pero sobre todo, al decepcionante crecimiento de la economía.

La situación de pobreza laboral para miles de familias implica “vivir al día”, ya que frente a los salarios tan bajos o poco remuneradores, el trabajador no tienen otra opción que buscar varios empleos o recurrir a créditos para el consumo y la vivienda con descuento a su nómina, por lo que a muchos y a muchas sólo les queda la parte mínima de su salario mínimo. Por las rebajas o cobros directos de créditos del Infonavit o del Fonacot, de tiendas comerciales, de préstamos de la empresa o del patrón, de tarjetas bancarias, de cuotas sindicales y hasta de adelantos de quincena, es claro que el sueldo menos rinde y resulta insostenible su capacidad de pago.

“Vivir al día” significa vivir endeudado y pidiendo prestado, al grado que hay trabajadores que se quedan sin dinero para completar la semana o no tienen ni para el camión, dándose casos de trabajadores que piden ser liquidados para poder pagar sus deudas y después volverse a contratar con la empresa.

Esta realidad se confirma con el disparo de la cartera vencida de créditos de nómina, la cual en los últimos dos años creció mucho más que la cartera total, ya que de 2011 a 2013 la cartera total subió de 87 mil 573 millones a 133 mil 977 millones de pesos, un 52.9%, mientras que la cartera vencida aumentó de 2 mil millones 286 mil a 5 mil millones 109 mil, un 123.5%.

En descargo del trabajador podrá decirse que “vivir al día” es por la falta de educación financiera para administrar su salario o para manejar créditos; es decir, gastar menos de lo que gana. Sin embargo, todo esto es resultado de las políticas económicas neoliberales impuestas a México desde hace 32 años. Fenómeno de la inequidad que ha generado que de los siete mil millones de habitantes del mundo, cerca de la mitad (2.8 millones) vivan con dos dólares al día, $26.50 pesos, mientras que el 20 por ciento posea el 90% de la riqueza.

Es resultado de los efectos de la contrarreforma laboral, que se reflejan en la débil creación de empleos (el IMSS registró 463 mil nuevos empleos el año pasado, 2.88% en la base de asegurados), pero con un alto impacto en empleos por subcontratación o outsourcing, el cual tuvo un crecimiento de 3.9%.

Vemos hoy como los anhelos de los mártires de Chicago, de Cananea y de Río Blanco, que ofrendaron sus vidas por condiciones de trabajo y salarios más dignos y, sobre todo, por la transformación revolucionaria de la sociedad en una república de trabajadores, es acechada por los gobiernos neoliberales y los dueños del dinero, que buscan mayores ganancias reduciendo los derechos de los trabajadores e intensificando la explotación de la mano de obra.

Las tasas de desempleo y los bajos salarios sólo abonan a más pobreza, más inseguridad y más clima de zozobra para el trabajador hundido en la desesperación por carecer de lo mínimo necesario para sobrevivir y por no encontrar oportunidades que le permitan sacar adelante a su familia, en un contexto donde impera la corrupción, la impunidad y el acceso limitado a una educación de calidad y a servicios de salud, todo lo cual hay que revertir.

 

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