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1574 8 Mayo 2014

 

Se compran y venden
Hugo L. del Río

Monterrey.- El Estado mexicano está corrompido hasta la médula (si se me permite la expresión). Pero lo más putrefacto lo encontramos en el Poder Judicial. Tenemos tantas leyes que nunca aprendimos a exigir la justicia. Los agentes del Ministerio Público, jueces, magistrados y todo eso se compran y se venden baratos –la crisis los obliga a bajar el precio– salvo, claro, escasas, honrosas excepciones.

Nuestros señores diputados metieron, para variar, las cuatro patas con una reforma que permite a los autores de asesinatos culposos permanecer libres mientras el juzgador lo absuelve de cargos. Tenemos, como trending topic, el nada singular caso de Iván Alejandro Velázquez Torres, el muchacho que, en un estado de ebriedad completa, mató a la niña de cinco años Vanessa Díaz Montoya.

Iván Alejandro es un homicida. Le arrebató la vida a una criatura y hundió en el dolor a una familia. Es un crimen punible con largos años en prisión. Pero eso sólo sería posible en una nación seria donde se le da a la vida humana el valor que merece. Iván Alejandro Velázquez Torres, le apuesto doble contra sencillo, que no será castigado. Circulará algún billete y el joven homicida respirará el aire de la libertad y volverá a tomar el volante para matar a otras personas.

“Los capellanes de las prisiones, los doctores y los abogados”, escribe Thomas Burke, autor de novelas negras, “han dicho que entre los asesinos que han entrevistado, aun estando condenados a la pena capital, y encontrándose ya amenazados por las penumbras de la muerte, sólo en algunos casos han sentido contrición por sus actos o demostrado alguna señal de arrepentimiento moral”.  Supongo que ésta es la psicología de Iván Alejandro Velázquez Torres –repito el nombre para que se nos grabe, para que por lo menos encuentre en su andadura la reprobación moral de esta sociedad–: ¿arrepentirse de qué, si fue un accidente? Vamos, como a cualquier hijo de vecino se le fue la mano con el alcohol. Él no tenía la intención da dar muerte a Vanessa. Son cosas que pasan. Nuestras autoridades tienen tan podrida el alma que no sólo no lo castigarán, sino que ni siquiera le retirarán la licencia de manejar. Se abre, para Iván Alejandro Velázquez Torres, la temporada de caza de niños y adultos.

Hace cosa de dos siglos, don Justo Sierra le espetó en la cara a Porfirio Díaz su famosa condena del Sistema: “El pueblo mexicano tiene hambre y sed de justicia”. Iván Alejandro Velázquez Torres confirma que nada ha cambiado. Seguramente festejará el 10 de mayo con su señora madre y toda la parentela. Entre brindis y risas, ¿se acordarán de Vanessa?

hugoldelrioiii@hotmail.com

 

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