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1613 2 Julio 2014

 

El marxismo, one more time
Benjamín Palacios Hernández

Saltillo.- Es un fenómeno bastante curioso aunque en modo alguno inusual: el “marxismo” que ha sido vapuleado, desdeñado y clausurado, que ha acumulado infinidad de cantos funerales a lo largo de casi 116 años, es un marxismo previamente construido… por sus críticos. Aunque los motivos y los meandros mentales que conducen a esa construcción del adversario al que luego se demolerá puedan resultar inasibles para ellos mismos, al menos a una mente perspicaz debería llamarle la atención ese primer punto: ¿por qué un muerto habría de necesitar de tantos entierros sucesivos a lo largo de decenas de años?

Si el supuesto cadáver ha demostrado la vitalidad suficiente como para propiciar periódicamente el surgimiento de nuevos enterradores, no ha sucedido lo mismo con los sepultureros. La polémica “antimarxista”, a tono con esa su criatura a la que mata una y otra vez sin terminar nunca de eliminarla, se ha estancado. Aunque los degraden intelectualmente (sospecho que por no haberlos leído y conocerlos sólo “de oídas” o mediante algún digesto), en el caso de muchos de esos empleados de pompas fúnebres aquella polémica suele limitarse a repetir los juicios más accesibles enunciados por sus mayores: Bernstein el fundador en primer lugar, el último Korsch e incluso el último Althusser para mencionar sólo algunos de los más conspicuos.

Existe efectivamente una vulgata marxista pero también una vulgata antimarxista, compuesta habitualmente por individuos que cuando creían ser marxistas no lo eran, y que luego reaccionaron no contra el marxismo sino contra aquello que en sus años mozos tomaron por tal. Tampoco es casualidad que la absoluta mayoría de esos críticos, a pesar de que su objeto es “el marxismo”, no toquen a Marx y prefieran perorar contra Lenin y otros aún menores para de ahí efectuar un salto mortal y, mediante un acto de prestidigitación, pasar subrepticiamente a la sumamente fácil crítica del “socialismo real”. Con ello pueden firmar una vez más el acta de defunción del marxismo sin pasar los apuros de meterse con Marx. No con el propagandista del Manifiesto sino con el sólido pensador de El capital, de los Grundrisse, de la Crítica de la filosofía hegeliana del derecho público, incluso el del Dieciocho Brumario

Pero esto es sólo un comentario y no quiero abusar. El caso es que, lo reconozco, me da pereza escribir otro ensayo para considerar las “hipótesis” de mi gran y antiguo amigo Gustavo (no es ironía: en verdad lo es y él lo sabe). Es sólo que no quise dejarlo pasar sin decir ni “mú”, y sí asentar mi dolido reclamo por haberme hecho acompañar –en el último punto– de semejante ralea (sin contar a Ilán, aclaro). No logro imaginar qué significa para Hirales “escribir en clave marxista”. Si se refiere a hacer profesión de fe y prodigarse en las frases hechas propias de los manuales, efectivamente yo no escribo en esa “clave”. Pero si para él son “escritores marxistas” Rodríguez Araujo, Gustavo Gordillo, Córdova y Gilly (Sánchez Rebolledo y Semo no estoy seguro de que acepten esa catalogación), entonces sí que entiendo cuál es el “marxismo” que critica creyendo criticar al marxismo sin comillas. E incluso creo que el propio Marx se le sumaría.

En algo sí tiene media razón Gustavo: el marxismo no es que se haya “convertido en una lengua extranjera”; al menos en México siempre lo fue. Su complejidad jamás fue penetrada y sus textos nunca fueron leídos más que a retazos y por las solapas. No generó discípulos ni exégetas intelectualmente independientes (incluso Perú tuvo a su Mariátegui) sino sólo entusiastas partidarios que creían ser marxistas únicamente por repetir salmodias, frases y consignas, a la manera en que muchos católicos creen serlo sólo por acudir a misa.

Criticar y declarar falsa una materia que se atisba sólo en su superficie es una actitud conmovedora, sí, pero también risible. Gramsci se pitorreó alguna vez de aquellos que, molestos por la luz de la Luna, pretendían atenuarla matando luciérnagas. Pues igual sucede, me parece, con quienes imaginan “superar” a Marx y demostrar su caducidad criticando a Lenin (quien como teórico está debajo de Marx pero muy por encima de sus críticos, si bien como estratega es difícil encontrarle un parangón), a Stalin, a los soviéticos, a los chinos y a tutti quanti. Exactamente lo mismo sería pretender criticar a Hegel en la persona de Luis Pazos, Gibran Jalil Gibran o Paulo Coelho.

No es lo mismo herir a un muerto que matar a una quimera. Si no me creen, pregúntenle a Sísifo.

[En agosto de 2011 el autor publicó en la revista “Replicante” unas tesis sobre el estatus del marxismo, tesis que habían aparecido originalmente veinte años exactos antes, en agosto de 1991. Gustavo Hirales, a su vez y también en aquella revista, publicó en octubre de 2011 una suerte de reacción ante dichas tesis. La nota anterior es la respuesta del autor publicada entonces como comentario al texto de Hirales.]

 

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