Suscribete
 
1618 9 Julio 2014

 

Versos dedicados a la niña del ukelele
Eloy Garza González

San Pedro Garza García.- La niña del video, tierna como pétalo de rosa, delicada como el rocío, ojos vivos de amanecer, toma su ukelele con sus manos de nácar, abre sus labios coquetos de rubí y canta: “Eh, putos, pinches holandeses, chinguen a su madre”, entre otras delicadezas del mismo tenor. Su video de Youtube se ha vuelto viral con sus rimas contra el fingidor Arjen Robben y el “árbitro de mierda”.

Claro está, todo es una broma, no hay ofensa ni agravio verbal, “sólo es una canción para divertirse y sacar el coraje”, nos advierte la pequeña compositora. ¿Pero serán las cosas así de simples? En su advertencia candorosa, resuena la justificación de todos los culpables de bullying: “sólo lo hicimos para divertirnos y sacar nuestro coraje”.

Desde luego, nunca pasará por nuestra cabeza la posibilidad de que esta niña compositora pueda repetir sus coplas altisonantes a algún compañerito de pupitre más indefenso que ella, ni se atreva a decirle “putos” a los niños más débiles que ella que no comulguen con su simpático temperamento, o a mentarle la madre graciosamente a una jugadora rival en algún equipo de futbol infantil donde participe.

Lo cierto es que de nada nos servirán tantas campañas en México contra el bullying si no modificamos primeramente nuestra idiosincracia. Hijos víctimas del bullying escuchan a sus padres dirigirse a jugadores extranjeros como “putos” mientras ven un partido de futbol por televisión. Y la defensa paternal es como un eco del video de la niña del ukelele: “sólo lo hago para divertirme y sacar mi coraje”.

¿Y la nueva connotación de “puto”? “No es discriminación ni homofobia, sólo lo hacemos para divertirnos”. Sin embargo, cuando la víctima es indiferente o inmune al hostigamiento que le propinemos, ¿deja de ser bullying? ¿Si no alcanzamos a lastimar bien a bien la autoestima de la víctima ya no es bullying? ¿Si es una “madreada” donde todos participamos festivamente, ya no es bullying?

No es para tanto, se me responderá. Sin embargo, esta exacerbación masiva no ocurre en otras sociedades, que “se divierten y sacan su coraje” de otras maneras más civilizadas. ¿No es acaso el albur una modalidad velada de bullying? ¿No son los apodos, tan usuales en México, una de las formas más denigrantes del bullying? ¿Deja de ser bullying cuando la víctima “se merece” la burla ofensiva? ¿Hay niños o adultos que merecen ser blanco de bullying por alguna razón en especial? ¿Deja de ser bullying porque en vez de proferirlo un niño lo hace un periódico? ¿Deja de ser bullying porque lo externa una persona mayor?

Lo inaceptable es mantener una cultura popular que pasa por mera broma el sobajar a una persona hasta el escarnio, que destruye “con chacota y por pura botana” la reputación del otro más débil que uno. ¿Es simplemente parte de nuestras tradiciones? ¿Tan “sui generis” somos como pueblo los mexicanos? No todos los elementos de una cultura popular se toman por igual; sí en cambio deben asumirse todos los valores que nos vuelvan más civilizados.

De otra manera, por más campañas contra el acoso que promovamos en México, por más fotos con cara de indignación que pongamos junto al cartelito de “El bullying no es un juego”, seguiremos eternamente hundidos en el fango del hostigamiento, seguiremos como hipócritas que tiran la piedra y esconden la mano.

Por lo tanto, lo que se merece esta tierna niña compositora, del ukelele en mano, es que sus padres le den una buena regañada, la dejen sin cenar o, en el peor de los castigos, la pongan en ayuno de Internet por un par de semanas. Para que aprenda a respetar y cerrar esa boquita.

 

Su nombre :
Su correo electrónico :
Sus comentarios :

 

 

15diario.com