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1643 13 Agosto 2014

 

Carencias de la política económica
Carlos Villarreal

Monterrey.- Durante estos dos primeros años de EPN, el PIB de México no muestra dinamismo ni en el Consumo, ni en la Inversión, ni en el Saldo del Comercio Exterior. La carencia de una política salarial que retribuya con justicia económica al factor trabajo, seguirá siendo el gran pendiente en la política económica. Si no hay mejores salarios, no hay consumo y no hay crecimiento.

El cuadro que se presenta es muy revelador de la debilidad estructural de la economía mexicana. El 47.6% del crecimiento estimado del PIB para 2014 respecto al 2012, lo explica el crecimiento en el ingreso total del Sector Público, equiparable a los gastos totales anuales.

Como puede observarse, el PIB del 2014 se proyecta a precios de mercado, (proyectado al 2.4% de crecimiento y con inflación del 4% respecto al 2013), en 17,795 billones de pesos, es decir, un aumento de tan solo 1,602 billones de pesos respecto al 2012, último año de Calderón.

Mientras, los Ingresos Totales, incluyendo el financiamiento por deuda de 651 mmdp, se estiman en 4,470 mdp, es decir un aumento del 2012 al 2014 de 763 mmdp.

Por lo que entonces, el incremento de los ingresos totales del Sector Público, (ingresos que representan el 25.1% del PIB), explican el 48%  del incremento, es decir, de 1,602 billones que se incremento el PIB, 763mmdp son Ingresos o Gastos provenientes del Sector Público

Lo que hace que el Consumo, la Inversión Privada y el Saldo del Comercio Exterior que representan en conjunto  la diferencia, es decir el otro 74.9% del PIB, explican solo el 52% del crecimiento del PIB. Sirva recordar que PIB= Consumo + Inversión+ Gastos e inversión de gobierno (o Gasto Público) + (Exportaciones – Importaciones).

Aquí está el problema principal de las bajas tasas de crecimiento observadas en estos dos años de EPN. Y el protagónico papel del gobierno federal, con Videgaray a la cabeza, no incluye hasta hoy, el estímulo real a los factores que más pesan para explicar el bajo crecimiento de la economía nacional.

Recordemos que el Consumo Privado descansa sobre todo en la masa salarial y proporcionalmente no crece, porque los salarios reales no crecen, al contario disminuyen. Por lo tanto no hay el impulso que debería en esa parte “del pastel” del PIB que es el Consumo, que hoy por hoy, es el principal componente del PIB.

Tampoco la Iniciativa Privada Nacional, por lo que se ve, ha dado muestras de incrementar su papel en la inversión total, esto con el fin de que la economía nacional tenga el factor acelerador que tiene este componente (el consumo, cuenta con un factor multiplicador en el PIB, de acuerdo a cualquier teoría económica).

Por su parte, se presume tanto hoy de que México cada día exporta más, pero, las exportaciones por sí solas, no han contribuido al crecimiento en el PIB. Esto es así, porque se tiene un saldo de comercio exterior negativo en los últimos años, es decir que las importaciones son mayores  a  las exportaciones. El déficit del Comercio Exterior contribuye de manera negativa al crecimiento del PIB.

Como sabemos, no es tanto el volumen del Comercio Exterior lo que impulsa el crecimiento, sino el saldo. Es el saldo, déficit o superávit, el que califica para el crecimiento del PIB.

De todo lo anterior podemos deducir varias conclusiones.
1.- El gasto público, que sí ha crecido en estos dos años de gobierno, solo aporta al crecimiento si se gasta con eficiencia y eficacia y este gobierno como los anteriores, no se han caracterizado por eso. Con tanta ineficacia y corrupción,  es mejor dejar lo más posible, en manos de los privados, sobre todo de los contribuyentes cautivos, los asalariados. Es decir bajar los impuestos a este segmento y que lo gasten directo. Este año además se aplican impuestos que nada tienen que ver con la mejor distribución del ingreso como son el del carbono, las bebidas azucaradas y los alimentos chatarra que a todas luces tuvieron fines recaudatorios, sin negar que los tres conceptos deberían de atenderse en la política pública.

2.- Es urgente aplicar una política salarial redistributiva, que le regrese al salario la participación en el Ingreso Nacional. Si se aplica como recién señaló Agustín Cartens, que con la productividad es como se aumentan los salarios sin afectar otros factores, la pregunta lógica sería: ¿qué acaso la productividad en México disminuyo el 70% como para haber reducido en los últimos 30 años, el poder adquisitivo en ese porcentaje? Y hay otra pregunta: ¿qué acaso el factor capital, que ese sí aumentó su participación en el ingreso nacional, fue el único factor que contribuyó a la productividad en estos mismos años?
Es claro que lo anterior no tiene ni lógica ni justicia económica. Y esto ha sido así, porque la teoría y la política económica aplicada, la llamada  “neoliberal”, no contempla a los salarios como motor de crecimiento, sólo al capital. Por ello, sólo se ajustó, en la crisis de los ochentas y hasta la fecha, al factor trabajo, política que hace coincidente, la sostenida baja tasa de crecimiento desde esos mismos años.

Una nueva política económica tiene que recompensar en el mediano y largo plazo a los salarios, política que es la que ha estado ausente durante los últimos 30 años. Bajo esta nueva política se crearían las condiciones necesarias para que la economía vuelva a crecer a tasas del 5-6%, de manera sostenida y que debería también, ser sustentable.

Esas tasas son las que le corresponden al reconocido potencial humano y material de México; equiparable en todos los sentidos al potencial mostrado por China, India, y otros Países que han sostenido altas tasas de crecimiento, los mismos años en que las de México, han permanecido bajas y prácticamente han mantenido el PIB per cápita sin crecimiento; pero, además, para agravar el problema, con sostenida y creciente desigualdad del ingreso. Esto ha aumentado la pobreza hasta más de 50millones de mexicanos que, es obvio, no son los 50 millones de consumidores que necesita la economía.

Así, con estas políticas actuales, ninguna economía crece. El consumo proveniente de la masa salarial es en México y en todas partes del mundo el principal componente del PIB; si se le contiene, automáticamente la economía debilita su crecimiento.

3.- El otro gran asunto que explica el bajo crecimiento de la economía es el saldo negativo del comercio exterior (sin contar el contrabando). No se puede presumir sólo que el comercio exterior ha aumentado a tasas altas, sino que lo que realmente se presume es el saldo del comercio exterior. También, se puede presumir una buena estructura de las mercancías que componen ese saldo.

Hoy el comercio exterior está ausente en el crecimiento del PIB y eso se explica por dos grandes grupos de mercancía que abultan las importaciones y que no se ha hecho nada para resolverlo: 1) los altos niveles de importación de petrolíferos, en especial la gasolina, que hacen en conjunto más de 29 mmdd anuales y, 2) el déficit manufacturero que tenemos en el comercio con China, que llega a ser de 50 mmdd anuales.

Pero también contribuye con un bajo saldo superavitario del comercio exterior, el hecho de que en el sector automotriz y de autopartes, no se ha podido introducir al producto de exportación altos niveles de componentes hechos en México; es decir, lo que se exporta es solo un poco más de lo que se importa.

Es en los primeros dos grandes factores, donde es necesario aplicar una nueva política de sustitución de importaciones.

Los gobiernos de Fox y Calderón agravaron (lo que ya se había venido haciendo desde salinas con el TLC) el problema,  producto de su propia concepción e intereses extra nacionales. Su compromiso con la “globalización”, con las “ventajas comparativas” hizo que México en realidad perdiera competitividad, desatendieron a la industria nacional, en especial a la mediana y pequeña, en aras de la “globalización” y a “las ventajas comparativas” (Wallmart's, HEB, Monsantos, constructoras, y ahora la intervención de grandes capitales internacionales en bancos, industrias, comercios, turismo, petroleras próximamente, etcétera).

Resalto a estos dos presidentes panistas, porque estos fueron incapaces de dirigir la economía por un nuevo rumbo. Fox y Calderon fueron una nulidad en la Estrategia Industrial y  profundizaron la dependencia, a todas luces ilógica, de la importación de petrolíferos. Cómo es posible que importemos gasolinas por más de 20 mmdd anuales, teniendo petróleo y mucha experiencia técnica en refinerías. Con los altos precios y rentabilidad de Pemex no se fortaleció la integración vertical, como es natural que sea este sector. Por ejemplo, con tan solo 30 mmdd de inversión en tres refinerías, hubiéramos solucionado el déficit tan alto que actualmente ahoga al sector y al comercio exterior de México y hubiéramos fortalecido a una clase trabajadora altamente capacitada y creado y/o fortalecido las economías de escala regional.

Porque esta es la mejor alternativa, debe de detenerse la contrarreforma energética y orientarla para integrar el sector energético, con Pemex y CFE a la cabeza, con miras estratégicas en lo económico y en la salvaguarda de la soberanía nacional. Lo correcto es hacer de esta política integradora, un acelerador del crecimiento. De otra manera, de la manera anárquica y desintegrada que está en la forma y en el contenido de la reforma energética aprobada por el PRI, el PAN, el Verde y Nueva Alianza, no se va a crecer.

Por su parte, la Secretaría de Economía debe de impulsar una agresiva política de sustitución de importaciones en las manufacturas, convocando a los empresarios actuales y fomentando nuevos, a que produzcan en México lo que importamos de China. Estoy seguro que podemos ser al menos igual de competitivos en esas mercancías manufacturadas.

Esas son algunas de las medidas más importantes que podrían impulsar de nuevo el crecimiento; si no, México seguirá, con o sin inversiones nuevas en el sector energético, con bajas tasas de crecimiento.

 

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