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1658 3 Septiembre 2014

 

 

MUROS Y PUENTES
‘Arizona’, una puesta en escena en la sala de la casa
Raúl Caballero García

En memoria de María Eugenia Llamas

Dallas.- El pasado fin de semana acudimos a una representación teatral más que singular. Una propuesta escénica tan original como íntima en el interior de una casa de Carrollton. Una propuesta estimulante, independiente y cálida. Fuimos a ver la obra Arizona del dramaturgo español Juan Carlos Rubio, cuya escenificación se debe al Grupo Cambalache (teatro en español) bajo la experimentada dirección de Beatriz Mariel.

Son estas las líneas de un espectador que tuvo ante sí, extraordinariamente cerca, las notables actuaciones de Ignacio Luján y Paola Ramírez. Actor y actriz que en un vaivén de diálogos y reflexiones desarrollan con soltura –pasando por una sutil comicidad a cargo de Paola Ramírez y su contraparte, la solemne estupidez de la xenofobia, esa rígida, ciega obsesión protagonizada por un estupendo Ignacio Luján, al representar a un voluntario del Minutemen Project– una pieza que alcanza la tensión extrema a través de la violencia.

El Minutemen Project aparece en EU como un movimiento racista a mediados de la década del 2000, recluta cientos de voluntarios para patrullar la frontera con México, en un absurdo afán de cazar inmigrantes indocumentados.

La obra Arizona nos ofrece un cuadro con una pareja de estadunidenses, Margaret y George que se instalan en un punto fronterizo del desierto de Arizona para vigilar la frontera, siguiendo la conducta dictada por “El Proyecto”.

Discurren sobre el fenómeno de la inmigración desde la perspectiva antiinmigrante. Margaret en su papel de mujer sumisa comienza celebrando ser la sombra de su marido hasta que llega a dudar y a pensar por cuenta propia y termina por cuestionar sus acciones en tanto que George, desde su machismo e ignorancia no aspira a otra cosa más que a ser un miembro fiel, un miliciano obediente de los preceptos de “El Proyecto” -con la máscara de un patriotismo trasnochado- a partir del odio y la intolerancia contra sus vecinos del sur.

Con una escenografía que supera las limitaciones del espacio propias de una casa particular, Fernando Cabrera nos muestra que en el cuadro no falta nada, nos convierte en testigos privilegiados de una escenificación que se completa con el trabajo de Enrique Arellano manejando los efectos de sonido.

La pieza concluye con el estruendo del drama que estremece y un subsecuente profundo silencio. Lo que sigue es el aplauso efusivo de los espectadores. Cambalache nos ofrece en Dallas una puesta en escena sin desperdicio, el arte de la dramaturgia sin cortapisas, una obra expuesta con calidad en un espacio singular convertido en plural y, también por ello, digno de admiración.

Ya son varias las obras con las que han demostrado que si por cualquier razón los espacios públicos se alejan, quienes forman Cambalache no se cruzan de brazos, abren las salas de sus casas y realizan su trabajo actoral, su trabajo creativo, su trabajo artístico.

Hay que apuntar que no estamos sin embargo ante una novedad, las representaciones en casas particulares llevan años cubriendo espacios que los Estados o las instituciones culturales no abarcan, lo mismo en México que en España, lo mismo en Buenos Aires que en Monterrey o en Bogotá, los grupos teatrales independientes dicen lo que tienen que decir creativamente hablando.

Volviendo a Texas, si la responsabilidad del director es garantizar -además de la realización- la calidad de la escenificación, el trabajo de Beatriz Mariel en esta pieza, con estos actores, cumple a cabalidad con su función. Tengo muy claro, por las diferentes ocasiones que he atestiguado su trabajo, que Beatriz Mariel se ha distinguido por asumir conceptos interpretativos que en la escena del norte de Texas han hecho presencia; con sus grupos de actores ha venido haciendo nuevas propuestas y poniendo las obras de grandes autores, en una actividad no de ayer pues lleva años edificando su carrera con realizaciones teatrales que no cesan, convirtiéndola –me atrevo a decir– en la mejor batuta (válgame el término) de los escenarios latinos de la zona metropolitana de Dallas/Fort Worth.

 

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