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1658 3 Septiembre 2014

 

 

ANÁLISIS A FONDO
¿Qué hacemos con la inseguridad pública?
Francisco Gómez Maza

La violencia no para
Habrá todavía más vacas flacas y milpas quemadas

Ciudad de México.- Bien que ya se cumplió el segundo año de la actual administración federal. Ya tenemos reformas estructurales, la apuesta para que la economía nacional salga del hoyo. Habrá mucho trabajo temporal por la construcción del nuevo aeropuerto de ciudad de México y la construcción de más líneas del metro y otras obras de infraestructura. Éstas son las fuentes de empleo reales. Lo demás son expectativas; depende de la buena voluntad de los grandes inversionistas del petróleo y la energía eléctrica. Y de la labia y saliva de los promotores y negociadores gubernamentales.

Por lo pronto, independientemente de los grandes deseos, de los grandiosos buenos propósitos, que caen en el terreno de las posibilidades y las probabilidades, sólo tenemos el gasto público para intentar una reactivación del proceso productivo.

Y hay que taparnos hasta donde nos dé la sábana. Lo demás son los deseos del capitán. Arribar a un puerto seguro, pero eso está en la cola de un venado, como dicen los campesinos de mi tierra.

Tendremos que conformarnos con otros malos años de vacas flacas y espigas quemadas. De aquí al 2018, no habrá poder humano que haga el milagro de que la economía nacional crezca lo suficiente para crear los empleos que demanda la fuerza de trabajo. No hay por dónde. No hay inversionistas decididos a entrarle a este toro del petróleo y la electricidad. Todo son esperanzas, buenos deseos, buenos propósitos.

Si acaso. Si bien nos va, en el 2018 estaremos logrando un crecimiento del 5% anual, que es insuficiente. Y eso, si empiezan a tener éxito los contratos de inversión privada, nacional y extranjera, que prevé la reforma energética. Si no. Ni soñemos. Por lo pronto, los pronósticos son menos que halagadores.

Los mismos empresarios, que no son pesimistas como la misma realidad, lo corroboran. No ven un futuro a corto y mediano plazo boyante.

La más reciente encuesta levantada por el Banco de México a 35 grupos de análisis y consultoría económica del sector privado nacional y extranjero, dada a conocer por el banco central en la plena euforia de la presentación del Segundo Informe Presidencial, tanto en la Cámara de Diputados, el primero de septiembre, como en Palacio Nacional, al día siguiente, arroja un nuevo recorte a la estimación del crecimiento del producto interno bruto (PIB) de 2.56 a 2.47% para 2014.

(El producto interno bruto se integra por la suma de todos los bienes y servicios que una economía produce durante un lapso de tiempo; en este caso, durante un año.)

Con el ajuste a la baja del PIB, calculado por los economistas del sector privado, ya suman ocho meses de un menor optimismo sobre la dinámica económica para el presente año por parte de los especialistas privados consultados por el banco central. La nueva expectativa es más conservadora que la estimada por el gobierno federal, por la gente del secretario Luis Videgaray, que se mantiene en una tasa de crecimiento de solo 2.7% para el presente año.

A ello hay que agregar imponderables de naturaleza perversa, muy diabólica. La inseguridad pública, la violencia, el asesinato, el secuestro, las desapariciones, el robo a mano armada, se ubican como el principal factor que seguirá limitando el crecimiento económico del país. Esa preocupación empresarial alcanzó su peor nivel en los últimos tres años, y lo revela la encuesta del Banco de México.

De acuerdo con la Encuesta sobre las expectativas de los especialistas en economía del sector privado, levantada en este agosto que acaba de cerrar, 22% de los entrevistados señaló este fenómeno social como el que más impacto negativo puede tener sobre la dinámica productiva de México.

Este 22% es un nivel de respuestas que no se observaba desde agosto de 2011, cuando entonces 23% de los participantes en la encuesta del instituto central lo consideraron como un riesgo para la economía.

De esta forma, la inseguridad pública se mantiene desde enero de este año, como la principal fuente de preocupación para la actividad productiva del país.

Y ya no hablamos de otros factores señalados por los entrevistados como obstáculos para el crecimiento económico, como la debilidad del mercado interno, la política fiscal que se está instrumentando y la debilidad del mercado externo y la economía mundial.

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