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1675 26 Septiembre 2014

 

 

Periodismo rapaz y mercenario
Eloy Garza González

San Pedro Garza García.- ¿Por qué las columnas de prensa en Monterrey están repletas de anécdotas y chismes de políticos de quinta categoría? ¿A mí qué me importa que un miembro de cierto grupo político arribe a la coordinación de relaciones públicas de no sé cuál ayuntamiento? ¿O que fulano de tal, asesor de un diputado local, esté peleado con el Oficial Mayor del Congreso? ¿O que no sé qué reportero llegó ayer borracho a no sé cuál periódico?

Este es el tipo de notas secundarias, insustanciales, que nunca aparecerán en algún periódico español, ya no digo El País, o El Mundo, ni siquiera El Diario de Castilla, corto de miras si los hay. ¿Pero qué pasa con la prensa de Nuevo León, que sí se regodea publicando este tipo de babosadas?

La posible respuesta puedo dividirla en tres puntos: el primero, por culpa de una inocultable mediocridad que reina en el inframundo de la prensa local. El segundo, porque dichas columnas no apuntan a informar a los ciudadanos, sino que son cartas cruzadas entre políticos, los cuales pagan al reportero en turno por los servicios prestados (creo que aquí se le denomina fuego amigo). El tercero, porque eso le ahorra al medio el fatigoso trabajo de investigaciones periodísticas de fondo.

Algún lector masoquista me alegará que si estas babosadas impresas se publican, es porque la gente las pide. Pero lo cierto es que ningún lector en su sano juicio las demanda, sino que, simplemente es lo que hay, o más bien, es lo que se nos da: gato por liebre.

De manera que la culpa es del periodismo rapaz y mercenario que priva en estas tierras, fruto de nuestra costumbre legendaria de leer apenas tres libros por cabeza, cantidad que a veces incluso resulta exagerada, porque una buena parte de los oficiantes de prensa ni siquiera leen las columnas mencionadas.         

 

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