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1675 26 Septiembre 2014

 

 

INTERÉS PÚBLICO
Narrativa panista
Víctor Reynoso

Puebla.- Desde hace varios años, diversas voces han expresado la ausencia de una narrativa panista, de un discurso partidario que dé cuenta y sentido de la historia reciente del PAN. Mientras se esperaba esta narrativa positiva, llegó una narrativa negativa: un conjunto de escándalos, de importancia y magnitud muy diversa, asociados a este partido y a algunos de sus funcionarios. En este contexto de “crisis de imagen”, Luis Felipe Bravo Mena presentó su libro Acción Nacional. Ayer y hoy. Una esencia en busca de futuro (Grijalbo, México, 2014).

El libro, extenso e intenso, es mucho más que una narrativa. Pero contiene elementos para construirla, y también elementos para ver su dificultad. La tesis central es la distinción entre PAN como organización y panismo como cultura política. La organización, el PAN, puede sobrevivir sin la cultura, el panismo. Y parece que esa es la tendencia actual. Dice Bravo Mena: “… la cultura panista tradicional está en crisis, sometida a los embates de la feroz irrupción de antivalores en la vida interna. Los valores-doctrina están ahora denigrados por la ambición de poder, el grupismo, el ganar a como dé lugar, aniquilar al oponente y mandar al ostracismo a los de la otra facción.” (página 92.)

Difícilmente podría encontrarse una crítica más severa. Y no viene de fuera, sino de un dirigente destacado que fue presidente nacional del PAN durante dos trienios (1999 a 2005), diputado federal, senador, secretario particular del presidente Felipe Calderón (2008-2011). La cita arriba incluida no representa el ánimo de todo el libro. Hay en el mismo una exposición y una defensa de la historia y los valores panistas. De lo que ahora está en riesgo.

Destaca su defensa de la victoria cultural, el hecho de que una parte sustantiva del programa panista fue adoptada por la mayoría de los mexicanos, incluso por muchos de los antiguos adversarios del PAN. Victoria presente en las reformas del sexenio de Peña Nieto. Los logros del PAN, nos dice convincentemente en otra parte del libro, no están en su acceso al poder, sino en la realización de la “causa final” del partido, sus objetivos sustantivos. El poder es un medio, un “fin próximo necesario”, no un fin último. Desde la oposición se puede lograr, y se ha logrado, avanzar hacia la causa final o fin último del partido.

El lenguaje utilizado en esta argumentación está un tanto en desuso, pero es claro. Y es claro que el poder por el poder no es el fin de la cultura panista. Aunque sí el de varios agentes panistas que hoy son los constructores involuntarios de la narrativa negativa del PAN.

La cultura panista, que es algo muy similar a lo que en general se entiende por cultura cívica, está hoy en crisis. Es decir, en riesgo de desaparecer. ¿Desaparecerá? ¿Morirá del todo, o renacerá en alguna otra organización partidaria? ¿Es condición de toda política realista ser ajena a estos valores cívicos, propios sólo de partidos en la oposición por largas décadas?

No hay respuestas claras en el libro. Sí hay la propuesta de tres ejes necesarios para regresar el partido a su causa final: restaurar la institucionalidad partidaria, tener una política de acercamiento a los ciudadanos y un liderazgo con valores. El estímulo para lograrlo puede venir desde dentro, de los liderazgos y militantes panistas. Pero para algunos el cambio sólo llegará, si es que llega, por estímulos externos: la amenaza de una pérdida significativa de cargos públicos, la aparición de una fuerza partidaria que amenace desplazar al PAN de la escena política.

 

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