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1690 17 Octubre 2014

 

 

MUROS Y PUENTES
Qué poca vergüenza
Raúl Caballero García

Dallas.- Las críticas por la falta de previsión en torno al virus del ébola, lanzadas por Margaret Chan –directora general de la Organización Mundial de la Salud (OMS)– no tienen desperdicio; ojalá repercutan y se multipliquen para que la industria farmacéutica, sus laboratorios, reciban y ejecuten normas de los Estados cuando estas circunstancias existan, y a su vez ojalá los Estados acuerden normas precisas para que vacíos científicos como el que vivimos ante el ébola no nos vuelvan a sorprender.

Es por demás lamentable constatar que la aparición del virus del ébola, llamado así porque fue en el seno del río Ébola (en la República Democrática del Congo) donde el virus se detectó por primera vez en 1976, o sea, fue hace casi 40 años... y sin embargo la humanidad aún no tiene una vacuna.

Han pasado pues casi cuatro décadas desde que surgió la enfermedad, es tanto tiempo; por eso Chan –airada– pregunta: “¿Por qué los médicos siguen con las manos vacías, sin vacunas y sin una cura?”

El cuestionamiento es nada menos que de la directora de la OMS, por lo que uno tiende a pensar que ya está sucediendo algún cambio que llevará a superar la inercia en la que flotan los grandes consorcios que deciden los enfoques de las investigaciones científicas.

Chan no se queda en el mero cuestionamiento, sino que pone el dedo en la llaga; expone que debido a que el virus ha sido, “histórica y geográficamente limitado a naciones africanas pobres”, el incentivo es prácticamente inexistente.

O sea que una industria con fines de lucro no invierte en productos para los mercados que no puedan pagarlos.

Esta mujer nacida en Hong Kong, donde inició su eminente carrera, subraya que la industria farmacéutica no ha invertido porque el ébola suele afectar a los poblados más pobres del continente africano, por lo que sus laboratorios al no encontrar negocio no mostraron interés en fabricar la vacuna que hoy –agregó yo– a toda prisa y en todas partes se busca crear.

“El ébola pone de relieve las desigualdades sociales”, destacó Chan en una declaración que envió al Comité de la Región Pacífico Occidental de la OMS en Manila, y que también circuló para los medios de comunicación en Ginebra... de ahí las agencias de noticias nos la han hecho llegar.

El brote de este virus letal –reseño la declaración de Chan– ha puesto “de relieve los peligros del aumento de las desigualdades sociales y económicas del mundo. Los ricos reciben mejor atención y a los pobres se les deja morir”, deploró sin cortapisas.

Ahora que la pesadilla nos alcanza a raíz del aumento exponencial de los casos con el virus en Guinea, Sierra Leona y Liberia y en tanto que se dispersa a otros países como Estados Unidos y España, los laboratorios apuran la fabricación de una vacuna experimental, proveen medicinas para otros virus por si acaso, anuncian grandes esfuerzos... no sólo los laboratorios, las principales autoridades occidentales en el mundo de la medicina y de la política salen en la foto anunciando grandes remedios y pidiendo calma, cuando lo cierto es que la intranquilidad se desata.

Aquí en Dallas la preocupación crece toda vez que un segundo caso de contagio se desprende del paciente africano que murió siendo atendido en el Texas Health Presbyterian Hospital en esta ciudad... Aquí y en otras partes del país, pues esta segunda persona que dio positivo por el ébola, horas antes de sentir los primeros síntomas volvió a Dallas en un avión procedente de Ohio, o sea: el entorno de todos los pasajeros de ese vuelo está siendo auscultado, es decir, pasajeros, familiares, compañeros de trabajo y escuela (escuelas en Ohio y Texas han sido cerradas)... De aquí a la sicosis hay una vuelta de esquina.

Al momento hay dos vacunas aprobadas por expertos convocados por la OMS, pero que se probarán hasta principios de abril de 2015, según trascendió sin razones precisas, mientras tanto el número de muertes aumenta rápidamente: ya son más de tres mil, pero se dice que hay más de ocho mil personas contagiadas.

Esas son las cifras que se manejan “oficialmente”, pero hay temores fundados de que la cifra real sea mayor, ya que los países afectados están sobresaturados, por lo que el conteo es inexacto.

En ese marco es que Chan señala que lo que está sucediendo con esta epidemia, nos demuestra claramente que el mundo “no está preparado para una emergencia de salud pública grave’’.

En China, Chan supo implementar servicios de salud para prevenir la propagación de enfermedades, impulsó precisamente iniciativas para mejorar la vigilancia y respuesta ante enfermedades transmisibles, supo combatir con eficacia aquellos brotes llamados síndrome respiratorio agudo severo. En su mensaje recordó que ha venido afirmando que el mundo no está preparado para una pandemia desde el 2009, cuando surgió el virus de influenza H1N1 y es hasta ahora cuando parece que encuentra oídos más receptivos a sus advertencias.

Este brote muestra, dijo Chan, cómo uno de los patógenos más letales en la tierra puede explotar cualquier debilidad en la infraestructura de salud, ya sea en cuanto a la falta de personal médico o a la ausencia de salas de aislamiento y unidades de cuidados intensivos. Encima otro factor que empeora la crisis de salud pública de lo que a su parecer es la más severa de la era moderna, es el pánico que ha despertado y la enorme cobertura de los medios de comunicación, “los rumores y el pánico se están extendiendo más rápido que el propio virus’’, observó la directora de la OMS... Un señalamiento que se debe atender.

Hoy por hoy el brote del ébola, ciertamente, ha activado las alarmas internacionales y como decía al principio: resulta tan patético ver crecer esta crisis causada por ese viejo conocido. Este brote epidémico nos está evidenciando como algo más que poco previsores, peor cuando vivimos en un mundo cada vez más global y más interconectado, pues en vez de que circulemos el remedio lo que nos llega de golpe es una enfermedad contagiosa, de mortalidad feroz, que nos sacude sin haber desarrollado una vacuna.

Aquí estamos atestiguando esfuerzos, loables por lo demás, con tratamientos en fases experimentales. Asumo la esperanza de que se detendrá el avance de este virus antes de una pandemia peor; levanto mis votos para que el ébola no pase a ser archivo para el olvido; espero que a la hora del análisis se sopesen soluciones para tanta desigualdad, para tanta indiferencia, para erradicar la pobreza tan señalada como principal ingrediente de enfermedades, como la que se cierne sobre todos. ¿Casi 40 años? No se tiene vergüenza.

Escritor y periodista regiomontano, es director editorial de La Estrella en Casa y La Estrella Digital en Dallas/Fort Worth, Texas. E-Mail: rcaballero@diariolaestrella.com Twiter: @raulcaballero52

 

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