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1691 20 Octubre 2014

 

 

HORIZONTE CIUDADANO
El arte en otoño
Rosa Esther Beltrán Enríquez

 

Saltillo.- En otoño la cultura llega a México, desde hace cuatro décadas, cuando el Festival Cervantino se creó en el país; se presentan por los menos 20 festivales y ferias en distintas ciudades; algunos con décadas de existencia y extrañamente la mayoría son fuera del Distrito Federal.

En efecto, el otoño se ha convertido ya en la “temporada alta” de las ferias y los festivales culturales. Algunos han logrado posicionar a las ciudades en las que se organizan y al país en un centro neurálgico para su industria, como la Feria Internacional del Libro de Guadalajara, que se disputa el título de la más importante de Iberoamérica, junto con la de Buenos Aires.

Encontramos festivales de literatura, otros dedicados al cine, a la música, a la danza, al teatro, coloquios, congresos, encuentros o a varias disciplinas a la vez, como el Festival Internacional Tamaulipas o el Festival de la Cultura Maya, el Revueltas en Durango, o el de Coahuila; están además las ferias del libro de Oaxaca, la Feria Internacional del Libro Infantil y Juvenil, y Mutek de música en el DF; la Feria Internacional del Libro de Monterrey, el Riviera Maya y el  Jazz Festival, entre otros. Algunos denominan a esto la “festivalización” de las ciudades y al parecer se ha dado en todo el mundo en los últimos años.

En Coahuila estamos disfrutando el Festival Internacional de las Artes Julio Torri, que está llegando a los 38 municipios del estado, lo cual es una descentralización que reivindica los derechos de los coahuilenses a la cultura, porque ésta es un  instrumento de transformación social en la que se demanda la institucionalización de la calidad.

Coahuila vive momentos muy difíciles, tiempos de desconfianza en las instituciones, por eso no hay excusa para no cultivar el espíritu de otoño a la par de nutrirse intelectual y emocionalmente porque independientemente de los bajos instintos de los líderes  estatales, la cultura es nuestra  energía renovable, la riqueza en el talento y en  la historia.

Para el desarrollo sustentable e inclusivo, la cultura, la creatividad, la innovación debieran ser los ejes de la justicia social a fin de que sea posible que surjan sectores culturales dinámicos a través de la creación, producción, distribución  y difusión de todas las formas de expresiones culturales.

Para ello tienen que  establecerse políticas eficaces que respondan a las necesidades específicas de los profesionales del arte a fin de reinventar políticas regionales, cuestión a la que no se ha llegado en Coahuila.

Hasta ahora los gobiernos no se han percatado de que los bienes culturales tienen una vertiente humanística que va más allá de los ingresos económicos, es casi nulo su empeño en invertir en el talento de las nueva generaciones que se  manifiesta de una manera nueva y diferente  en las industrias culturales.

Hay que insistir en que la cultura es un sector económico en plena expansión que propicia la participación y la movilización colectiva, es un  factor de innovación y renovación, además de que contribuye a la erradicación de la pobreza, a la cohesión social, a la sustentabilidad urbana, a la igualdad de género, a dar a las mujeres mayores capacidades,  a desafiar los estereotipos y liberar un enorme potencial de desarrollo e igual contribuye a la recuperación y a la reconciliación comunitaria, el desafío ahora es aprender a explotar ese potencial.

La Unesco ha expuesto una nueva visión de la cultura propuesta como una  fuerza para ensanchar la senda del desarrollo de manera que sea más incluyente, más sostenible y que se base en las aspiraciones de la gente y en valores compartidos. ¡Que viva la cultura, que vivan los artistas!

 

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