Suscribete
 
1691 20 Octubre 2014

 

 

LA SOCIEDAD DEL CONOCIMIENTO
Nueva cultura energética
Edilberto Cervantes Galván

 

Monterrey.- Al inicio de su gobierno, Barack Obama planteó una estrategia energética a 20 años mediante la cual se propone eliminar la dependencia de los hidrocarburos: primero, alcanzando la autosuficiencia, con producción interna y dejando de importar; segundo, reduciendo el uso de hidrocarburos, convirtiendo a la industria automovilística para que produzca vehículos eléctricos; y tercero, impulsando el uso de las energías renovables.

Con esa estrategia los Estados Unidos estarían cumpliendo varios objetivos de gran trascendencia, en el aspecto ecológico, en la aportación al cambio climático y en aprovechar los hidrocarburos para usos más eficientes que como combustible.

Ahora toca el turno a Francia. El Gobierno de François Hollande ha recibido esta semana la luz verde de la Asamblea Nacional para un ambicioso proyecto de Transición Energética.

La iniciativa francesa es aún más radical que la estadounidense, ya que se propone reducir a la mitad el consumo de energía en el 2050 y convertir a Francia en la campeona europea de la ecología.

Se trata de una amplia gama de medidas con las que se pretende recortar drásticamente las emisiones de gases de efecto invernadero, introducir mayor eficiencia en el uso de la energía y, en consecuencia, reducir el consumo y la factura energética.

Al igual que en Estados Unidos, el gobierno francés promoverá la fabricación y uso de vehículos eléctricos o híbridos; se instalarán siete millones de puntos de recarga en todo el país.

También se propone incrementar el uso de las energías renovables; aislar ambientalmente los edificios y cumplir el compromiso de que toda nueva construcción pública sea de energía positiva (que consuma menos energía de la que produzca).

Esto son los ejes sobre los cuales Francia va a trabajar en los próximos tres años, para ponerse a la cabeza en la lucha contra el cambio climático.

A las grandes líneas estratégicas se han sumado medidas novedosas de gran simbolismo.

Fomentar el uso de la bicicleta se ha convertido en Francia, y más específicamente en París, en una prioridad.

La capital francesa prevé reservar cada vez más espacios para estacionar los vehículos de dos ruedas y las empresas —y los trabajadores— van a obtener ventajas si promocionan su uso.

Se facilitará a las empresas que abonen dinero a sus empleados por utilizar la bicicleta para acudir al trabajo, a razón de 25 centavos el kilómetro, aproximadamente. A cambio, esas empresas verán reducidas sus cotizaciones sociales.

Las compañías de más de cien empleados tendrán que presentar un plan que promueva el transporte público, el coche compartido o la bicicleta.

Las bolsas de plástico de un solo uso estarán prohibidas a partir de enero de 2016. También los cubiertos y vajillas de ese mismo material, a partir de 2020.

El transporte, responsable del 27 por ciento de la emisión de gases de efecto invernadero, va a ser mucho más limpio dentro de unos años. Además de los siete millones de enchufes que se van a instalar (ahora sólo hay 10 mil) de aquí a 2030, los particulares se beneficiarán de una prima (que puede llegar a los 10 mil euros) si cambian su coche a diesel por uno eléctrico.

La flota vehicular del gobierno debe ir renovándose con este tipo de vehículos (los eléctricos) en una proporción de uno de cada dos nuevos que compre y las empresas de transportes en uno de cada diez.

Se prevé aumentar las fuentes renovables hasta que representen el 40 por ciento del total de la energía generada. Reducir el uso de combustibles fósiles en un 30 por ciento en quince años, y reducir a la mitad los deshechos para 2025.

Francia prevé penalizar con hasta 300 mil euros y dos años de prisión la obsolescencia programada. La mayoría de los productos deberán avisar al consumidor acerca de su vida activa.

El Gobierno ha comprobado que los hogares franceses gastan demasiado en calefacción. Para reducir el costo, la ley prevé  importantes ayudas a las familias más modestas con el llamado cheque-energía, para aplicarlos en la renovación y aislamiento de los edificios.

El proyecto es aumentar la eficiencia de 500 mil edificios cada año, a partir de 2017. La intención es que todos los edificios de Francia hayan quedado renovados para 2050. A las ayudas se añadirán beneficios fiscales y préstamos baratos para lograr tal objetivo.

El principal escollo que los críticos ven en este proyecto es su costo: 10 mil millones de euros en tres años. Sin embargo, se asegura que la nueva “economía verde” va a generar 100 mil nuevos empleos, además de reducir el costo de la energía.

Vale la pena recordar que Francia se abastece de energía con plantas nucleares y cubre con ello un 40 por ciento de sus necesidades. La decisión es no aumentar la capacidad de generación nuclear.

 

 

Su nombre :
Su correo electrónico :
Sus comentarios :

 

 

15diario.com