MUROS Y PUENTES
Ferguson
Raúl Caballero García

Dallas.- La injusticia indeseada tomó forma en Ferguson, Missouri: el policía Darren Wilson seguirá libre y sin cargos, tal como había trascendido hace días y nos resistíamos a creerlo.

El gran jurado concluyó (el lunes de esta semana) que no lo imputa que porque no hay pruebas suficientes para encausarlo por la muerte del joven Michael Brown.

En el sistema judicial de este país en los casos de alto perfil un gran jurado decide si hay suficientes pruebas para presentar cargos contra alguien y llevarlo a juicio. El caso Wilson, con ese veredicto, recibió carpetazo y él quedó libre. En Ferguson y varias otras ciudades de EU dicho fallo desencadenó coraje y protestas: indignación y violencia más virulentas que cuando hace tres meses ocurrió la muerte de Brown, balaceado por Wilson.

Las manifestaciones de protesta tienen que ver, en el fondo, por lo que muchos consideramos abuso policiaco contra minorías; el reclamo se da contra un patrón institucional de racismo, cuyas fauces trituran los derechos civiles de un afroamericano en este caso.

Ferguson vino a ser de nuevo el escaparate de la profunda desigualdad que caracteriza a este país. El dictamen del jurado como detonante de ancestrales tensiones hizo estallar una vez más la confrontación siempre latente. De nuevo el tufo de parcialidad en una sentencia a favor de un policía blanco que mató a una persona negra. Desde mi óptica y por el solo hecho de que Brown le demostró que estaba desarmado y de todos modos lo mató y remató a quemarropa, su homicida es culpable, no importa el tamaño de su miedo, él disparó contra alguien que ya tenía incluso los brazos en alto.

Ferguson expone que la desigualdad, la marginación, el racismo no sólo siguen campeando, también redundan en la falta de justicia, en la ausencia de confianza en la ley, porque Ferguson se erige como espejo de un sistema judicial en entredicho, las manifestaciones en Ferguson reflejan la misma impunidad de los tiempos de la esclavitud ante el maltrato, el abuso y la discriminación.

A juzgar por lo ocurrido en Ferguson, el color de las personas determina el criterio del jurado, el trato de la policía y la aplicación de la justicia. Una vergüenza.