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1727 9 Diciembre 2014

 

 

Dos años de Peña Nieto
Ernesto Hernández Norzagaray

 

A los amigos Armando Galván y Rosendo Quezada

Mazatlán.- El pasado primero de septiembre se cumplieron dos años de gobierno del Presidente Peña Nieto y sorprendentemente en ellos, ha vivido los mayores elogios y los peores cuestionamientos que puede recibir un mandatario en los mejores años para las definiciones de política pública.

Del primero se puede decir, que aun con una importante oposición entre el electorado de nacionalista y de izquierda, como lo demuestran los millones de mexicanos que suscribieron la exigencia de llevar la reforma energética a una consulta nacional, que fue rechazada con argumentos dudosos por la mayoría de los ministros de la Suprema Corte de Justicia, y por supuesto, aplaudida sonoramente por sus beneficiarios de dentro y fuera del país.

En tanto, los cuestionamientos proceden de un pueblo lastimado por la escalada de violencia en estos años y que tiene un punto de inflexión con la desaparición, y probablemente muerte, de los 43 estudiantes normalistas de Ayotzinapa.

Dilemas
De cómo se resuelva este vértice problemático en los próximos cuatro años o mejor dicho, cuál de los dos terminará imponiendo sobre el otro, es lo que determinara la naturaleza del país en los próximos años y el lugar que este sexenio ocupara en la historia política.

Hoy, podríamos decir, que después del éxito político de las once reformas estructurales estamos viviendo el drama de la violencia que estalló en Iguala, pero que no se reduce a ese municipio guerrerense ni a ese día. 

La violencia alcanza distintos niveles y  matices a la mayoría de los municipios del país. Que no fuera el mayor problema si las fuerzas de seguridad federales no se atuvieran al principio fisiocrático de “dejar hacer, dejar pasar” como una suerte de liberalismo criminal. Sujeto a las fuerzas del mercado de la violencia.

Y la pregunta que muchos nos hacemos es: ¿hasta dónde estos dos procesos en marcha tienen como vaso comunicante un problema estructural qué es la corrupción?

Evidentemente, las reformas estructurales son producto de los apetitos del poder, como lo muestran cuando se habla de beneficiarios, a nadie sorprende que sean personas estrechamente ligadas a los grupos de poder y más directamente al PRI.

Un ejemplo claro es la asignación de las nuevas televisoras, que sin duda estarán próximamente en manos de la familia Vázquez Raña y/o Francisco Aguirre, del Grupo Radio Centro.

Pero, no solo empresarios, también políticos que han visto la oportunidad de hacer sus propios negocios como se evidenció, con el caso de la perredista Purificación Carpinteyro, quien fue sorprendida cuando a través de una llamada telefónica ofrecía “sacarse la lotería” a un empresario del ramo de las telecomunicaciones.

Estos casos suscitan todo tipo de sospechas de corrupción, bajo la premisa que Denisse Dresser llama el “capitalismo de cuates”, el mismo que tiene que ver con el tráfico de influencias.

Es decir, si le va bien a un grupo de empresarios, también le va bien a los políticos venales, que hacen la labor de cabilderos en las instancias de decisión de gobierno.

Esta conjugación de intereses políticos con empresariales es uno de los que ha degradado la política y lo más lamentable, que explica la irritación en grupos sociales amplios.

Una minoría que es dueña de los grandes negocios del país y una amplia mayoría que con esfuerzos saca adelante a sus familias.

Entonces, estos negocios privados con impacto público, son  diferentes de los que realiza el llamado crimen organizado solo por los instrumentos que cada uno de ellos utiliza, porque si trata de hablar de los efectos sobre la calidad de vida comunitaria, unos y otros le desgracian la vida a mucha gente con mayor o menor brutalidad o sutileza.

Sondeos de opinión
Pero todo tiene un costo en la percepción de la sociedad; el sondeo de opinión que publicó el periódico El Universal, con motivo de los dos primeros dos años de gobierno de Peña Nieto, arroja un dato significativo sobre lo peor que ha hecho Peña Nieto en el último cuatrimestre: Ayotzinapa, con 10%, las reformas estructurales, con 9% y la inseguridad, con 6%; contra lo mejor realizado, las reformas estructurales y apoyos a la tercera edad fueron los más mencionados, con el 5 %, así como los programas de apoyo, carreteras y cambios al sector energético, con el 4 % cada uno.

Pero, no sólo eso, de acuerdo a la misma fuente, se hace patente una caída de la aprobación de la gestión de Peña Nieto del 46 % al 41 % en el último cuatrimestre, así como un incremento de la desaprobación del 45 % al 50 %.
Más aun, hace un año el Presidente Peña Nieto contaba con un saldo favorable de 13 puntos porcentuales (50 % lo aprobaba y 37 % lo reprobaba), actualmente el balance es de -9%, lo que significa una conversión pocas veces vista en tan poco tiempo.

Incluso, el 54 % de la población estimó que el Gobierno de Peña Nieto está en su peor momento, frente al 22 % considera que es el mejor desde que arrancó su Administración el 1 de diciembre de 2012, lo que evidentemente dista mucho de la realidad en la calle.

El 52 %, además, consideró que el país va por mal o muy mal camino, 19 puntos porcentuales más que al inicio de este mandato, que supuso la vuelta del PRI a Los Pinos después de 12 años de ausencia.

El diario Reforma, que también realizó su propio sondeo, mostró que la aprobación de Peña Nieto entre los ciudadanos se desplomó de 50 % a 39 % en el último cuatrimestre y solo tiene comparación con el inicio del gobierno de Ernesto Zedillo, que coincidió con el estallido zapatista que aguo la fiesta neoliberal del TLC.

Más aún, de acuerdo al sondeo de este diario, la desaprobación de la gestión de Peña Nieto pasó de 46 % a 58 % de agosto a la fecha, después de que hace dos años esta apenas alcanzaba el 30 %.

Finalmente, el 81 % de los ciudadanos calificó de muy mal y mal su labor en combate a la violencia, un porcentaje que descendió a 72 % en cuanto a los esfuerzos para erradicar la corrupción, mientras el 9 % y 13 % consideró buena o muy buena, respectivamente, la gestión en esas áreas. Nada que ver con las ideas de los propagandistas del gobierno.

Opciones
Entonces, las opciones que tiene Peña Nieto para mejorar su aprobación entre la población son claras: Una, ir más allá del decálogo de iniciativas que no han tenido el efecto esperado y solo ha servido como insumo crudo para memes que profundizan su desaprobación y esto debería pasar en primer lugar por aclarar sus propios problemas derivados de su fortuna y la famosa Casa Blanca, trasparentando los ingresos de su esposa y los pagos de impuestos respectivos. Solo dando ese paso podrá ir más adelante contra otras esferas de corrupción.

Dos, en caso de no hacerlo, tendrá que hacer frente a una mayor movilización social sobre todo por los efectos que tendrá la reforma fiscal en 2015, que estuvo pensada e instrumentada, en clave dificultad pero ahora con los problemas de seguridad es muy probable que se complique y las alternativas a la vista son reprimir para buscar por ese medio la estabilidad y una gobernabilidad que no termine por complicar más el escenario económico.

En fin, Peña Nieto, se ha vuelto el problema y la solución del Presidente.

 

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