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1746 5 Enero 2014

 

 

2015: el año de la madurez
Eloy Garza González

 

San Pedro Garza García.- Lo que veremos para el 2015 no es un mundo de viejos, sino de maduros. Lo que van a hacer los científicos es prolongar la madurez del hombre. La vejez, un trecho mucho más corto, irá al final de la larga madurez.

La juventud, en cambio, será mero trámite. Pues bien, ahora van a acortar el trámite penoso de la vejez. El divino tesoro que cantara el poeta en realidad es la madurez, apenas conocida en la época de Rubén Darío. 

En la madurez se reivindica la serenidad perdida, se renuevan votos, le dan a uno premios a los que, antes, nunca hubiera llegado. 

En la madurez se hace y deshace una familia, se ve nacer y morir un perro amado, se da la vuelta al día en ochenta mundos, como quería Cortázar, y se cambia de oficio, de aficiones, pareja y loción. 

Aparte los relámpagos creativos de la juventud todo escritor y artista ha hecho su obra maestra en torno a los cuarenta años, que eran la madurez de entonces, y que ahora serán los cincuenta. 

Lo que hace la ciencia es ajustar la biología, pues parece más razonable triunfar de los cincuenta en adelante que ser el primero de la clase, a los quince, para que luego, en la calle, en seguida le olviden a uno. 

La madurez que dan los cincuenta años presenta el torso gladiador de la vida. La madurez de una sociedad como la nuestra es ver delitos de adultos, sufrir levantones de gente grande y no aquellos asesinatos candorosos como el crimen de la calle de Aramberri, que celebró una radionovela famosa y la novela de Hugo Valdés. 

La madurez son histerias colectivas como las del Cercano Oriente, armas sofisticadas, drones, hackers, muros agujerados por el narco como bocas cariadas. Y los secuestros que antes, hace 20 años, nada más le ocurrían a los parientes chilangos. 

Las historias de madurez tienen la textura de una telenovela como las sentimentales de la vida de capos y reinas del sur, ahora protagonistas naturales de las cosas. O tiene los desperfectos viales en una ciudad como Monterrey, que ha perdido la juventud eterna que duró lo que un suspiro.

 

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