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1765 30 Enero 2015

 

 

Entre Azcárraga, Slim y el otro
Eloy Garza González

 

San Pedro Garza García.- Hace más de un año, comenzó el estira y afloja entre Televisa y el Grupo Carso. Tras la reforma constitucional del sector, ambos gigantes fueron tachados como preponderantes, lo cual es casi sinónimo de monopólicos.

Slim y Azcárraga, dueños preponderantes de sus compañías preponderantes, movieron sus piezas e iniciaron un cabildeo con el Poder Legislativo y con el Instituto Federal de Telecomunicaciones (IFT). Al mismo tiempo, se declararon la guerra.

¿Quién ganó? A esos niveles, los pleitos empresariales son como las riñas entre familias rancheras: nunca se acaban. Pero los primeros rounds los ganó Televisa. La empresa de Azcárraga metió mano en la telefonía celular con su marca de casa: Iusacell y operó en el Congreso de la Unión: puso legisladores afines a sus intereses. Si Slim también lo hizo, no se le notó, o no le funcionó. La pesada carga de ser considerado preponderante la diluyó Televisa en las reformas secundarias. Fue como limpiarse pajas de la solapa.

Slim, en cambio, se durmió en sus laureles. Y cuando despertó, Carso se vio convertido en un enorme insecto preponderante: fue denunciado por operar las tarifas telefónicas más caras del planeta. Así, tuvo que vender activos suficientes para simular que había dejado de ser el mandamás de las telecomunicaciones de México. La medida la copió de John D. Rockefeller. La empresa petrolera monopólica Standard Oil Trust del célebre magnate se dividió en 37 diferentes corporaciones a finales del siglo XIX, para evadir el juicio del Tribunal Superior de Justicia de Estados Unidos. Simulación pura: en el sector petrolero, siguió mandando Rockefeller.

Igual Slim en el sector de telecomunicaciones, aunque no contaba con una acción inesperada de sus rivales. Para prevenirse, el Grupo de Azcárraga vendió la mitad de sus acciones de Iusacell y prefirió replegarse en su fortaleza mediática: la televisión de paga. Pero entre tanto, entró a la mesa otro jugador: ATT, que adquirió DirecTV, compró acciones de Innova (que opera Sky en México, controlada hasta ahora por Televisa) y a principios de este año adquirió Nextel México. Como puede verse, en este zipizape, ATT se quedó con una buena tajada de las líneas móviles del país. Carso ya tiene competidor fuerte en los servicios móviles de México.

¿Y dónde está el beneficio para los usuarios? Quizá en precios más bajos para determinados servicios como larga distancia. Pero en general, el negocio televisivo y telefónico queda prácticamente como antes, porque ninguno de las viejas o nuevas empresas que participaron en estas compras y consolidaciones invertirá en nuevas redes ni en ampliar las existentes. Inexplicablemente, el Poder Legislativo evitó tocar el rubro del mejoramiento de infraestructura. Fue como reacomodar las mismas sillas en el mismo espacio de agentes preponderantes. O como diría un conocido dramaturgo inglés: mucho ruido y pocas nueces.

 

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