El dilema de las drogas en línea
Eloy Garza González

San Pedro Garza García.- El Internet profundo es uno de los mercados de cocaína, éxtasis y crack, menos vigilados del mundo. Ya no se diga de marihuana, el producto más socorrido por los ciber-adictos.

Este comercio del vicio on line está al alcance de cualquier hijo de vecina con los mínimos conocimientos de programación hacker.

Estos sitios web proliferaron a partir de 2011 y se regentean como garitos clandestinos por anónimos, expertos en no dejar rastro en sus movimientos por las redes sociales, ni pistas en el mundo real.

Para acceder a estos sitios basta ejecutar el software libre Tor, acrónimo de The Onion Router, una red de comunicación superpuesta sobre Internet, creada en el lejano año de 2003, donde los mensajes intercambiados por usuarios no revelan su dirección IP, es decir, guardan su anonimato y viajan a través de routers clandestinos.

Tor ha acuñado su propia moneda (Bitcoin), con la que se puede comprar cualquier droga al gusto del cliente, que la recibirá empaquetada al vacío. Lo más curioso es que se valen de Tor, un proyecto académico patrocinado por la Electronic Frontier Foundation (EFF), ONG defensora de las libertades civiles en el mundo digital.

Cada uno de estos sitios clandestinos ganan, al menos, 2.2 millones de dólares al mes, según cálculos de Forbes, principalmente con la venta de drogas y cigarrillos no regulados. Uno de estos sitios, Atlantis, por sólo dar un ejemplo, está al margen de cualquier régimen fiscal y regulatorio y bajo una campaña de marketing sintetizada en una frase: “somos el mejor mercado global de drogas en línea”.

¿Cuál es el futuro para este comercio de estupefacientes? Tarde o temprano los gobiernos del mundo meterán orden en la web, y con el pretexto de combatir el mercado libre de drogas en Internet, frenarán de pasada los avances de los derechos civiles en esta última frontera humana. En estos dilemas se pierde en libertad lo que se gana en seguridad. ¿Qué prefiere usted?