LA SOCIEDAD DEL CONOCIMIENTO
Crisis de sociedad y Estado
Edilberto Cervantes Galván

Monterrey.- Con el título de “Nuestro pobre federalismo”, el Ministro de la Suprema Corte, José Ramón Cossío, acaba de publicar un artículo en el que muestra una visión crítica del sistema de gobierno en México, en relación con el esquema de competencias entre la federación, los gobiernos estatales y los municipales. Aquí ofrecemos una síntesis.

En el texto constitucional de 1917, dice el ministro, era muy sencillo: la Federación sólo podía hacer lo que expresamente se le asignara, mientras que los Estados, todo aquello que no hubiese sido establecido en favor de aquélla.
En 1934, a fin de implantar la educación socialista, se facultó al Congreso de la Unión para emitir leyes en las que se determinaran las competencias de la Federación y de los Estados.

En 1976 volvió a alterarse el modelo, esta vez para facultar al Congreso a expedir leyes que permitieran la concurrencia entre Federación, Estados y Municipios en materia de asentamientos humanos. A partir de ese momento, el sistema federal mexicano entró en constante proceso de transformación.

En la actualidad hay materias exclusivas de la Federación y las propias de las entidades federativas y los municipios.

Están las llamadas concurrentes, donde la distribución de competencias entre Federación, Estados, Distrito Federal y municipios, corresponde a un órgano federal (asentamientos humanos, protección al medio ambiente, deporte o pesca, por ejemplo).

Y las de coordinación, en las que la Federación prevé las bases para que los niveles de gobierno convengan el ejercicio de competencias propias (protección civil, turismo, seguridad o salud).

Finalmente, están las competencias que se ejercen con base en lo previsto en las leyes generales emitidas por el Congreso (protección de datos, archivos, elecciones, secuestro o trata de personas, entre otras).

Mucho de lo que en el país sucede, y más allá de errores o corrupciones, afirma el Ministro Cossío, se debe a que la manera de asignar competencias entre los órdenes normativos por sí misma genera confusión, parálisis e ineficiencias.

Hay situaciones en las que distintas autoridades hacen lo mismo, otras en las que ninguna puede hacer algo esencial, o donde quien debiera controlar o vigilar no cuenta con facultades para hacerlo.

El país, señala el Ministro Cossío, atraviesa por una grave crisis de seguridad. La pregunta es cuánto de ella tiene que ver con la manera en la que están identificadas y repartidas las competencias en la materia. ¿En qué y por qué debe actuar la Federación? ¿De qué manera ésta debe actuar sobre Estados y municipios?

“¿Cuál es la racionalidad del sistema de seguridad pública en general? Más allá de la dolorosa visibilidad de esta materia, en todas las demás cabe formular preguntas semejantes. Sin duda alguna llegamos a este momento por decisiones que en su momento parecieron inteligentes o al menos provechosas para quienes las tomaron”.

Hacer del deporte, la acuicultura o los delitos electorales objeto de regulación común, debe haber parecido una gran decisión. Sin embargo, considerado el tema a la distancia, no parece serlo tanto.

Un sistema federal tan abigarrado, lleno de peculiaridades y excepciones, tan diferenciado por materias y modos de operación, no parece coadyuvar a la solución de los problemas.

Más bien, parece que este sistema federal es la causa de muchos de ellos. En la actual crisis de sociedad y Estado, es indispensable considerar integralmente a nuestro sistema federal. Mucho de lo mal que van las cosas en muchos aspectos puede explicarse tanto por su pobreza conceptual como operativa.

La crítica del Ministro en cuanto a la forma que tiene actualmente el esquema federal y la manera en la que funciona (“confusión, parálisis e ineficiencias”), es contundente y atendible. Es, sin embargo, muy significativa la forma en la que califica la situación por la que atraviesa el país: “crisis de sociedad y Estado”.

Es el sistema.