LA SOCIEDAD DEL CONOCIMIENTO
Pobreza persiste en México
Edilberto Cervantes Galván

Monterrey.- En los últimos lustros la medición de la pobreza se ha convertido en un tema de investigación académica y se han desarrollado conceptos, clasificaciones y teorías sobre cómo “combatir la pobreza”. Sin embargo, poco se ha avanzado en ir más allá de la medición. Nadie se ocupa de las causas.

De acuerdo a las estimaciones del Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval), la pobreza en México en los últimos veinte años ha variado relativamente poco. Esto podría indicar que las políticas públicas aplicadas no han sido eficaces.

Por ejemplo, en 1992, con base en la medición del ingreso, uno de cada cinco mexicanos no contaba con ingresos suficientes para cubrir sus necesidades de alimentación.

Veinte años después, el mismo porcentaje (19.7) de la población vivía en esa misma situación. Este tipo de pobreza, la de ingresos, prácticamente no se modificó durante ese largo periodo.

En relación con la pobreza de patrimonio se observan resultados similares.

La comparación de estos indicadores a lo largo del tiempo sugiere que la situación de pobreza en México es prácticamente estática y que la sociedad mexicana experimenta niveles muy bajos de movilidad social.

Vale la pena preguntar: ¿por qué el gasto en programas sociales, que es de miles de millones de pesos, no se refleja en mejores condiciones de vida para sus beneficiarios?

En un estudio realizado por la Universidad Iberoamericana se buscó dar respuesta a esta pregunta.

Para ello se utilizaron los datos  de la Encuesta Nacional sobre Niveles de Vida de los Hogares (ENNViH), levantada en los años de 2002, 2006 y 2010.

La población en condición de pobreza se diferenció en cuatro grupos:

Grupo 1: Pobreza Crónica: personas que en las tres etapas de la encuesta (2002, 2006, 2010) experimentaron condiciones de pobreza.
Grupo 2: Pobreza Persistente: personas que en dos de los tres periodos experimentan condiciones de pobreza
Grupo 3: Pobreza Transitoria: personas que en uno de los tres periodos experimentan condiciones de pobreza y
Grupo 4: No Pobres, aquellas personas que en ninguno de los tres periodos analizados experimentaron condiciones de pobreza.

Los resultados al aplicar la definición de pobreza multidimensional extrema fueron como sigue:

el 1.5 por ciento de la población es pobre multidimensional extremo crónico;
el 5.1 es pobre multidimensional extremo persistente; y el 16.6 por ciento es pobre transitorio extremo.

De estas cifras se desprenden tres conclusiones.

Primero, existe más movilidad que la que uno puede observar a través de las cifras oficiales. Pero no es gran cosa.

Segundo, el porcentaje de pobres extremos que siempre se encuentran en la misma condición y que no logran moverse es pequeño.

Tercero, bajo este contexto habría que pensar en políticas públicas diferenciadas y no necesariamente universales.

Los pobres transitorios requieren políticas que ayuden a preservar sus ingresos, que mejoren su productividad, que aumenten sus oportunidades laborales.

Los pobres persistentes requieren además, intervenciones destinadas a la mejora de su capital humano, mejoras en las condiciones de su vivienda y el cumplimiento a derechos sociales.

Mientras que los pobres crónicos requieren políticas públicas integrales. No solo políticas que mejoren el ingreso, sino también intervenciones que ayuden a solventar sus necesidades más inmediatas además de invertir en aumentar sus capacidades.  

Es acertado proponer, como lo hace la investigación de la Ibero, el establecimiento de políticas diferenciadas, pero no sólo por el grado de persistencia en los niveles de pobreza, sino también porque hay distintos patrones culturales y condiciones socio-económicas específicas en las distintas regiones del país.

En todos estos veinte años se ha aplicado una sola visión y una sola perspectiva a nivel nacional, con el ya viejo objetivo eficientista de la “focalización” y las varias “dimensiones” de la pobreza. Como que es tiempo ya de revisar esos paradigmas del combate a la pobreza: focalizar las causas y no a los pobres.