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1798 18 Marzo 2015

 

 

De amistades y privatizaciones
Jaime Martínez Veloz

Ciudad de México.- Una noche a fines de enero de 1995, después de una reunión extraordinaria del Congreso de la Unión, donde se aprobó la venta de los ferrocarriles y los satélites mexicanos, cuatro diputados federales del PRI votamos en contra de la Iniciativa Presidencial.

Un amigo mío, funcionario Federal, me llamó para hacerme saber que el Presidente Zedillo, me mandaba decir textualmente, “que considerara fracturada la amistad”.

Con esta votación hasta los postes se me cambiaban de acera... para no saludarme.

Después de 20 años, el ex Presidente Zedillo, es empleado de las empresas ferroviarias que se beneficiaron con la privatización, inaugurando una época en donde los favores públicos son cobrados con empleos y canonjías privadas, vulnerando la capacidad del Estado para hacer frente a sus responsabilidades republicanas.

Desde entonces, la credibilidad y la desconfianza son una constante en la realidad mexicana.

Terminar con esta práctica deleznable es un imperativo nacional, lo cual se puede concretar con una legislación que impida que los funcionarios públicos que realicen actividades que beneficien a empresas privadas durante su paso por la función pública, puedan ser contratados por las mismas empresas beneficiadas.

Creo que dedicarse a la actividad empresarial o a la política, es un derecho que cada ciudadano puede ejercer libremente, pero mezclar uno con el otro ha traído graves consecuencias, para la vida de las instituciones y ha generado un grave deterioro social.

 

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