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1802 24 Marzo 2015

 

 

Aguas con el agua
Lupita Rodríguez Martínez

 

Monterrey.- Desde hace millones de años la cantidad de agua en nuestro planeta prácticamente ha sido igual; es decir, el agua que bebían los dinosaurios es la misma que ahora bebe la humanidad.

De acuerdo con la ONU, tres cuartas partes de la Tierra es agua, siendo el 97.6% agua salada y sólo el 2.4% agua dulce. De dicho porcentaje el 70% es para riego agrícola, el 20% para uso industrial y un 10% para consumo humano y de todas las especies. Pero, de ese 10% únicamente el 0.7% está disponible de manera inmediata, ya que el resto se encuentra en los acuíferos profundos, en los casquetes polares o en las selvas tropicales.

Se calcula que la población consume seis mil millones de metros cúbicos de agua por año, mientras que el tratamiento de aguas residuales descargadas a ríos, es del orden de 43 mil metros cúbicos anuales.

En su Informe Desarrollo de los Recursos Hídricos en el Mundo, la ONU reconoce que lo peor no es la escasez del agua, sino su distribución inequitativa, ya que de los siete mil millones de habitantes en el mundo, poco menos de mil millones consume el 86% del agua existente, mientras que para tres mil 500 millones es insuficiente y para dos mil 500 millones no hay pleno acceso o ingieren agua tratada, sufriendo enfermedades y muerte.

Empero, lo que más debe ocuparnos, es que las reservas naturales de agua en el mundo están amenazadas por la sobrepoblación y su creciente demanda de alimentos y de urbanización, factores que provocaron el cambio climático, el cual también reduce la disponibilidad del vital líquido.

Precisamente esa es la situación que padece México. A pesar de que somos un país con más de diez mil kilómetros de costa y con un sistema de ríos caudalosos, cerca de la mitad del agua disponible se desperdicia y se contamina por la falta de una cultura de cuidado y de consumo eficiente.

Cada Día Mundial del Agua debemos aprender a no subestimar a la Madre Agua y saber que ella es la que manda, pues todo pueblo del mundo se ha levantado y desarrollado ya sea en las costas de los mares, en las orillas de los ríos o cerca de los pozos de agua y lo que más teme la gente es la falta o el exceso del agua. Tal microcosmos es el que vive Nuevo León, impactado por períodos de largas sequías o por inundaciones de lluvias torrenciales.

Desde el huracán Alex del 2010, las presas El Cuchillo, Cerro Prieto y La Boca están por encima del 100% de su capacidad, cuando años atrás nos acechaba la sequía y el desabasto de agua. Este primer trimestre del 2015, por ejemplo, ha sido histórico en lluvias por encima del promedio máximo de los últimos 55 años y el pronóstico es bueno para los meses próximos.

Quizá por esta situación, ahora que tenemos aguas de sobra por tan generoso ciclo de lluvias, recientemente los dirigentes del sector patronal de Nuevo León empezaron a cuestionar el Proyecto Hidráulico Monterrey VI, el cual consiste en la construcción de un acueducto de 390 kilómetros de largo y de 84 pulgadas de diámetro, para traer un caudal de agua de cinco metros cúbicos por segundo, desde la Cuenca del Río Pánuco, Veracruz, hasta la Presa Cerro Prieto, con un costo de 47 mil millones de pesos a 27 años.

Son cuestionamientos que han recogido grupos ambientalistas y civiles, exigiendo al Gobernador que transparente la millonaria inversión, la más cara en la historia del Estado. Además, demandando que el agua no sea usada por la industria extractiva de gas shale mediante el fracking o fractura hidráulica.

A pesar de que los permisos y licitaciones del Proyecto Monterrey VI fueron autorizados por el gobierno de Felipe Calderón, tengamos siempre en cuenta que el panorama global es temerario y nunca olvidemos lo que hace 15 años nos dijo un experto en hidrología, el doctor Jaime Leal Díaz (qepd): “Antes de concluir mi vida, quisiera convencer a nuestra comunidad que vale la pena estudiar el cielo y construir con celeridad las obras necesarias para garantizar el agua potable, así como el drenaje pluvial de la zona metropolitana de Monterrey y el control de avenidas del Cañón de la Huasteca”.

Se requiere pues reencauzar este gran proyecto y por su trascendencia para garantizar el abasto de nuestra metrópoli, nada mejor que una comisión plural de expertos revise sus costos y analice la posibilidad de una nueva licitación en aras de transparentar y, sobre todo, atender los cuestionamientos del sector patronal contra la construcción del acueducto por parte de un consorcio que encabeza una empresa del Grupo Higa, propiedad de Juan Armando Hinojosa, señalado como el favorito de Enrique Peña Nieto.

 

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