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1832 5 Mayo 2015

 

 

Mala política laboral
Lupita Rodríguez Martínez

 

Monterrey.- Hace dos años se aprobó la reforma laboral, la primera de las llamadas reformas estructurales, cuyos resultados para regular empleos, salarios y sindicatos no han sido los esperados.

En materia de empleo, la reforma laboral no detonó la generación de empleos (800 mil empleos anuales) para abatir el desempleo (2.5 millones), puesto que predominan los empleos informales (el 56.7 por ciento) y los trabajos eventuales (el 20 por ciento) sobre el empleo formal (la promesa era llegar a 18 millones 130 mil plazas y hasta octubre del 2014 se contaban 17 millones 208 mil).

Cabe cuestionar el tema de los “ninis”, los jóvenes entre 14 y 29 años que no estudian, ni trabajan, se mantuvo en siete millones a pesar del programa “mi primer empleo”, mientras que el trabajo infantil se redujo de tres millones 200 mil a un millón 500 mil, pero de ellos 540 mil están en lamentables y riesgosas condiciones laborales.

En materia de salarios, la reforma laboral encareció los salarios y el poder adquisitivo. El 45.2 por ciento de los trabajadores percibieron ingresos inferiores a los dos salarios mínimos, por lo cual no ganaron lo suficiente siquiera para adquirir la canasta alimentaria básica.

Antes de la reforma laboral el ingreso promedio era de mil 325 pesos a la semana, el último indicador reflejó mil 314 pesos. El poder adquisitivo se depreció en un equivalente a mil 228 pesos semanales comparado con noviembre del 2012.

La cuestión es que cada vez más trabajadores ganan menos, producto del bajo crecimiento económico (en los últimos dos años ha sido apenas de 1.8 por ciento anual) y del alto nivel de informalidad y desempleo (la tasa de desempleo en los últimos cinco años se ubicó en promedio arriba del 5 por ciento anual de la Población Económicamente Activa). Son pocos los trabajos bien remunerados y además muchos trabajadores están aceptando pagos más bajos por el mismo tipo de trabajo que anteriormente venían realizando, incluyendo trabajadores con mayor preparación, según la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo 2014 del INEGI.  

En materia de sindicatos, la reforma laboral logró que los gremios sindicales más fuertes del país se mantengan sin estallar una huelga en jurisdicción federal durante más de año y medio.

Sin embargo, no se ha podido terminar con el sindicalismo “charro” y parece que al sector patronal no le va nada mal negociar los subcontratos o outsourcing’s, ni contratar trabajos por horas o por temporada.

Nuestra realidad en materia laboral es de desempleo, debido al estancamiento económico provocado por la aplicación del modelo neoliberal.

El neoliberalismo o capitalismo salvaje mantiene estancada nuestra economía desde hace 33 años, cuyo impacto ha sido y es el cierre de miles de empresas medianas y pequeñas, lo cual provoca desempleo y falta de creación de empresas y, por lo tanto, no se generan nuevos empleos. Pero, lo más grave, es la expulsión de 600 mil mexicanos cada año a Estados Unidos.

El neoliberalismo mantiene el abandono del campo, la marginación de regiones enteras a la inversión productiva, la desigualdad en la distribución del ingreso y el incremento de la miseria. Lo único que favorecen las políticas neoliberales es el auge del capital financiero especulativo con altísimas ganancias en la Bolsa de Valores sin pago de impuestos (Por ejemplo, los altos cargos e intereses en las tarjetas bancarias de crédito).

Y, como reiteradamente lo hemos señalado, los operadores del modelo neoliberal están intensificando no sólo la privatización del sector energético (PEMEX y CFE), sino también la seguridad social (pensiones y jubilaciones), los servicios de salud (IMSS e ISSSTE), la educación, el agua y están cancelando las conquistas sindicales y las prestaciones laborales.

Dado el déficit acumulado de empleos que provoca la mala política económica aplicada por los gobiernos del PRI y del PAN, es necesario estimular la inversión privada y la inversión pública en obras de infraestructura. Solamente con una política favorable a la inversión para la creación de empresas y con incentivos fiscales a medianos y pequeños productores, se puede lograr el crecimiento económico, sin aumentar impuestos, ni incrementar la deuda pública, ni la inflación.

 

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