MALDITOS HIPSTERS
Los Broncos carros alegóricos
Luis Valdez

 

Monterrey.- Hace un par de años nos invitaron a un amigo y a mí a ser jurados en el concurso internacional de carros alegóricos, en García. Saludar con gusto y con disgusto a unos y otros conocidos locales.

Invitados a comer con el alcalde en turno, me dio su tarjeta con el celular escrito en la parte trasera. Daba su número de celular a todos. Ya le decían el Bronco.

Había un parque con el nombre del exmilitar que falleció en uno de los enfrentamientos donde, cuenta la leyenda, hasta el mismísimo alcalde Jaime Rodríguez tuvo que tomar una ametralladora para ayudar a sus hombres a salir de la emboscada. Admito que está de película… Por algo hicieron esa película. El propio director se echa un rollo en los primeros minutos del filme, a manera de justificación emotiva de cuánto lo impresionó lo que se decía de este político.

El documental tiene sus momentos pasables, pero también sus fragmentos de resbalón vil, como los comentarios al puro estilo del Filósofo de Güemes que parece un Chis Chas recreado para secuentar las reacciones broncas de un hombre bronco. Aquí se disfraza el director: todo el choro exaltador que nos arroja de intro, lo maquilla con un tono anorteñao de rancho. Las palabras de un anciano sabio que surge del maltrato de la tierra en el noreste de México. Por eso no es de sorprender que la filosofía mediática bronca llame tanto la atención en las redes sociales de gente de Chihuahua y Sonora. Un mismo lenguaje, una misma tradición de la sufridera donde encontrar la sombra de un árbol pelón ya es ganancia.

Sí, El Bronco es un éxito en las redes sociales. Pero no es Obama. Se le ha tachado de hombre  violento con las mujeres, de malhablado, de una trayectoria de 30 años como priísta, de que pide dinero para su campaña independiente pero no vende sus terrenos. En el ring de lucha, ningún contrincante tiene una trayectoria libre de errores. El Pato Zambrano, por ejemplo, puede provocar risas en el debate de un periódico, pero no indica que sea un conocedor en la teoría y la praxis política. Más bien se le hizo fácil criticar a sus contrincantes y no se ve muy claro si es un valiente, un astuto, un júnior impulsivo o meramente un conductor de programas de tv que improvisa sobre la marcha. Porque días después, en el debate de un canal de tv local, se molesta al grado en que insulta al aire a otro candidato. ¿Dónde está la astucia política del control, del mátalas quedito? Patricio Zambrano no fue educado para matarlas quedito, sino para gritar mientras hace pucheros.

Jaime Rodríguez contestó a las televisoras, al expresidente Felipe Calderón (andará borracho o crudo), a Mauricio Fernández (andará marihuano), y a manera mediática sabe que le ha funcionado contestar cada uno de los cuestionamientos y comentarios despectivos.

Por cierto, en el concurso de carros alegóricos había uno que representaba a una escuela secundaria. La directora tuvo a los alumnos varias horas bajo el sol esperando que llegara su turno. Ya había tenido mis malas experiencias con esa directora (a la que no le deseo feliz Día del Maestro) y le conté a mi compañero del jurado lo humillante que resulta con los demás una persona déspota respaldada por el sindicato de maestros. Tercer lugar y la mujer puso una cara de estreñida que fue lo mejor de ese día para mí. ¿Pasará lo mismo con el carro alegórico de la campaña política del Bronco? ¿Cuántas personas inscritas en sus redes sociales en realidad no votarán porque ese día les pondrán frente a sus narices una carne asada y cervezas? ¿Cuántos de sus seguidores están realmente dispuestos a cambiar la historia no solo del Estado sino del país? ¿Cuántos seguidores de Jaime Rodríguez realmente son Broncos de corazón y acudirán a votar sin miedo?

Este juez de concursos internacionales de carros alegóricos les puede asegurar algo: no siempre gana el carro más adornado, ni el que hace más ruido, sino el que nos hace sentir menos inseguros.