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1846 25 Mayo 2015

 

 

Palabras-trampa para no parecer lo que es
Claudio Tapia

 

San Pedro Garza García.- Qué vamos a hacer cuando salgamos de la vorágine de la contienda electoral y nos preguntemos qué pasó. No me refiero al desconcertante escándalo que suscitó la alianza Rodriguez–Elizondo para recuperar la Grandeza de Nuevo León, que puede cambiar el sexo y apellido del gobernador en turno, pero nada más.

Ese fenómeno electoral local, mezcla de descrédito gubernamental, hartazgo partidista, olvido de militancias, promoción mediática, apoyo empresarial, redes de complicidades, acuerdos de negocios, y la indigencia cultural de la ciudadanía, tendrá que ser analizado a profundidad cuando el tiempo lo ponga a prudente distancia, los demonios no anden sueltos, ni las pasiones desatadas.  

A lo que me refiero es que al recuperar la potencialidad emancipadora del lenguaje debido a que cesará la verborrea de la propaganda electoral, liberados de los conceptos-cárcel [tomo este término y el de “palabras-trampa” de J.C. Monedero), algunos ciudadanos pensantes querrán saber qué fue lo que ocurrió para intentar restablecer el diálogo sobre los sentidos de la vida común. Algunos ciudadanos tratarán de retomar los apremiantes problemas sociales para buscar soluciones que por la vía electoral son imposibles.

Cuando se enuncia un problema social, hace falta una respuesta: a partir de ese momento, se enmascara, se silencia o se solventa. El fracaso electoral se denunciará, se armará el escándalo, se buscarán culpables sin castigo, y se efectuarán más reformas que acabarán perdiéndose en las palabras de un falso debate. Finalmente se olvidará para retoñar con más fuerza en el 2018. Quedará de fondo el terrible problema social de una guerra incontenible que lleva nueve años, que el Estado va perdiendo, y que no se puede  ocultar con discursos democratizadores.

Cuando al fin recobremos la lucidez, no sé si nos llamaremos a engaño o nos limitaremos a lamentar –como lo hizo el senador Luis Miguel Barbosa, Presidente del Senado de la República– que la reforma política “no funcionó”, que “tal parece que no sirvió”.

En la política todos los conceptos están en disputa y pueden caer del lado de la emancipación o del lado de la sumisión. Las palabras son manipuladas para controlar o persuadir.

Cuando se hace necesario que la realidad social no parezca lo que es, se recurre al lenguaje para reconstruir interpretaciones que aparenten lo contrario. A eso le llaman hacer política.

El lenguaje empleado por el senador es un buen ejemplo del maquillaje logrado con la ambigüedad de las palabras: “permanecen los mismos vicios, seguimos viendo candidatos y partidos con más recursos que otros y más formas de condicionar el voto”; y continuó: “así lo digo con toda responsabilidad a todos los gobiernos locales, no hago excepciones, y a todos los partidos políticos, no han tenido voluntad política para respetar la ley, no la han tenido ni los candidatos, pero lamento afirmar, lo hago como senador de la república, lo hago como coordinador del PRD, no como Presidente del Senado, no ha funcionado la reforma política, sigue lo mismo”. [Excélsior, 21/05/2015.]

El uso de palabras-trampa para mantener convencido y sometido al elector es evidente. “No funcionó”, “no sirvió”, “sigue lo mismo”, “no hubo voluntad política para respetar la ley”, nos dice el legislador que aprobó la reforma que fracasó. Recurre a palabras cuidadosamente elegidas para que suenen a condena, pero no para señalar que las elecciones no son creíbles ni confiables y que deben anularse porque al ser inequitativas resultan inconstitucionales.
El congresista tiende trampas gramaticales para no reconocer que las autoridades electorales, dirigentes de partidos y candidatos, son delincuentes electorales que deben ser sancionados. Se vale de engaños semánticos para no admitir que tenemos un estado fallido y en guerra, que no somos una democracia, que no vivimos en un Estado de Derecho, y que la eficacia de las normas no depende de la voluntad política del obligado sino de su aplicación estricta.  

Para el líder del Senado de la República, los problemas enmascarados con palabras-trampa dejan de existir.

Con palabras- trampa intenta ocultar el fracaso de nuestra fallida democracia haciendo que parezca como que transita a su consolidación en un clima de paz y armonía.

Si bien la reforma política no funcionó,no podemos negar que antes estábamos peor, nos dice el senador de la república, rumiando conceptos-cárcel.

 

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