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1871 29 Junio 2015

 

 

El museo de los sitios web
Eloy Garza González

 

San Pedro Garza García.- En el mundo digital los fracasos son más graves cuando la aplicación pasa de moda, que cuando infringe la ley.

Por ejemplo, hace apenas una década una gran cantidad de usuarios en México descargamos casi diez millones de visitas en un dominio web de alojamiento de archivos clandestinos, de acceso confidencial, para bajar películas, videos, textos con copyright, y otros servicios aparentemente ilegales, y que más que infringir los derechos de autor, dibujó un nuevo modelo de negocio, hasta que el FBI lo cerró arbitrariamente en enero de 2012, fincando cargos a su autor por casi 30 años de cárcel.

Se llamaba Megaupload y lo diseñó uno de los tipos más extravagantes y geniales del mundo actual, apodado Kim Dotocom, con la intención de albergar de forma gratuita grandes volúmenes de datos con los más diversos contenidos en línea. El usuario podía conseguir archivos subidos por un anónimo, como películas y series de televisión, de más de 1 GB, y si te registrabas formalmente, te abría la opción de descargar más de 100 GB de archivos almacenados.

No defiendo al autor de esta proeza, un bandido de siete suelas rubio, regordete y seductor de modelos de pasarela, que nació con el nombre real de Kim Schmitz, en Kiel, Alemania, el 21 de enero de 1974, y que fue condenado por piratería, fraude informático y de tarjetas de crédito en más de diez países.

El truco para ganarse en pocos meses más de 1.5 millones de dólares –el primero de sus planes maestros– fue fintear ante varios inversionistas que contaba con más de 67 millones de dólares, a fin de que le compraran las acciones de LetsBuylt.com, una empresa inventada por él sobre las rodillas, sin activos reales.

Esta carrera innovadora y riesgosa que rebasó cínicamente la ilegalidad, lo volvió uno de los millonarios más poderosos del mundo y lo ha hecho pisar la cárcel en más de cinco ocasiones. Kim Schmitz, alias Kim Dotcom, podrá ser un pícaro de alta escuela, pero nadie negará que es uno de los artífices de la fortaleza de las P2P, de las páginas de enlace, y en general de la circulación de contenidos y el derecho a compartirlos siempre y cuando no tenga ánimo de lucro, que es la base de Internet.

Este tipo de páginas de descarga que abre la creación artística a múltiples canales de difusión, es un golpe a los grandes monopolios de la industria del cine y de la música, habituados a un modelo de negocio antiguo y abusivo, donde las mayores utilidades las gana un simple mediador, y los verdaderos autores creativos apenas reciben migajas económicas.

Pero aún falta tiempo para perfilar el nuevo ecosistema comercial de las redes sociales, donde los autores dirigen su obra artística al público consumidor, sin intermediarios, y los beneficiarios de las utilidades serán aquellos facilitadores que remolcan al usuario la obra artística.

Kim Dotcom relanzó su Megaupload hace dos años con otro nombre, Mega, con más de 50 GB de almacenamiento estándar puestos en la nube, y a partir de un eslogan revelador de los nuevos tiempos que corren: “Bigger, Better, Faster, Stronger, Safer” (más grande, mejor, más rápido, más fuerte, más seguro).

El éxito de esa nueva versión de Megaupload, corregida y aumentada, se ilustra con un dato: apenas se hizo público el sitio recibió el registro inmediato de más de 100 mil usuarios. ¿Es la renovación del poder de la piratería? Más bien es un nuevo paradigma económico que como un tsunami cultual, revolucionó los circuitos comerciales globales hasta que ahora sufre su triste crepúsculo. El sitio recibe en 2015 menos de la mitad de los usuarios con los que comenzó hace apenas dos años. Lo dicho: pasó de moda.

 

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