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1910 21 Agosto 2015

 

 

Termópilas norestense
Hugo L. del Río

 

Monterrey.- Gracias al esfuerzo de unas pocas docenas de nuevoleoneses que simpatizan o militan con y bajo diversas banderas ideológicas, antier, durante un minuto mágico, los nuevoleoneses dejamos de ser estadística para convertirnos en ciudadanos.

Hasta donde la memoria me ayuda, creo que es la primera vez que la sociedad obliga al gobernador en turno a beber el vino amargo de una derrota en el Congreso local. Para fines prácticos, Humberto Medina Ainslie ya dejó de ser el titular del gobierno de Nuevo León. De su hijo Rodrigo ni siquiera vale la pena hablar. Fue una gran hazaña: broncos, panistas, independientes e incluso algunos diputados priístas hicieron morder el polvo a la moribunda cuadrilla de los hasta antier felices campesinos. Aplaudo a los 300 de nuestra Termópilas norestense.

Esta victoria de la ciudadanía sobre la hidra de la corrupción, la soberbia y la ineptitud tiene varias lecturas. La más importante, desde mi punto de vista: La sociedad se empoderó. Lo que se hizo antier se podrá hacer mañana. En número, fue ralo el contingente del hartazgo. Todavía no aprendemos la cultura de la movilización de masas, algo muy ajeno a la idiosincrasia del nuevoleonés. Pero los hombres y mujeres que pusieron cerco al edificio de la Legislatura se sabían apoyados por el grueso de la población. Por ello, actuaron con vigor. Les sobraba histamina. Espero no equivocarme si anticipo que a partir del miércoles 19 empezamos a vivir una nueva era: La Edad de Oro de la Ciudadanía Plena. Me perdonan si me pongo en plan optimista pero tengo días así.

Muchos tramos de la población siguen hundidos en la desidia: paralizados, mudos y acríticos. Pero otros segmentos sociales ya pusieron en marcha el motor de la participación. El cinismo y la voracidad de los Medina hizo posible el milagro. Comparado con el clan que encabeza Humberto, Natividad González Parás fue un gobernante tan honesto que sólo se robó un par de cajitas de clips. El fuego ya está encendido. No dejemos que nadie lo sofoque.

Tampoco endiosemos a Jaime Heliodoro: es un hombre común y corriente, como tú, lector; como yo. Los dos enemigos del bronco son este apoyo incondicional que le ofrecen muchos nuevoleoneses; y su proclividad a hablar sin pensar lo que va a decir. No podemos, no debemos firmarle un cheque en blanco. Tenemos que vigilarlo estrechamente y demandarle cuentas de sus actos y sus decires.

Supongo que el agrónomo quiere hacer bien las cosas, pero recordemos que de buenas intenciones está pavimentado el camino al infierno. Hoy, el ex edil tiene derecho a cabalgar por el centro de Monterrey en su corcel favorito. Pero a partir de mañana debemos estar muy pendientes y bien informados de sus acciones de gobierno.

El doctor Víctor Frankenstein quiso crear una criatura que fuera útil a la humanidad y ya sabemos lo que pasó.    

hugo1857@outlook.com

 

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