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1910 21 Agosto 2015

 

 

León Trotsky, 75 años de su muerte
Daniel Salazar M.


  
Monterrey.- Lev Davídovich Bronstein, mejor conocido como León Trotsky, fue asesinado en México en 1940.

Había comenzado la Segunda Guerra Mundial y llevaba años denunciando ante los trabajadores del mundo que la Revolución de Octubre estaba siendo traicionada y que la URSS bajo el mando de Stalin, había hecho causa común con los imperialistas, los fascistas y la Wall Street.

A la muerte de Lenin (1924), la primera revolución socialista triunfante comenzaba a desfigurarse, entre otras cosas porque Stalin copó la dirección del partido, destruyó toda oposición, al extremo de recluirla en campos de concentración (gulag), identificó al partido con el Estado y seleccionó a un grupo de incondicionales para imponer un régimen totalitario y personalista.

Trotsky, que junto a Lenin comandara la Revolución de Octubre, se vio obligado entonces a organizar la “Oposición de Izquierda” tratando de preservar y desarrollar lo esencial del marxismo y evitar la restauración del capitalismo. Pero no pudo sostener esa batalla desde el interior. En 1927 Stalin lo expulsó del PCUS (enviándolo a Siberia) y luego de la URSS en 1929 (remitiéndolo al exilio). Estos acontecimientos fueron el preludio de lo que se conoció más tarde como “Los Procesos de Moscú”.

Luego de peregrinar por Turquía y de haber sido rechazado como refugiado político en Francia, Noruega e Inglaterra, Trotsky (acompañado de su esposa Natalia), llegó a México en enero de 1937 acogido por la política de asilo del presidente Lázaro Cárdenas. México representó en ese momento para “el poeta desterrado”, la afortunada salvedad de un mundo que dejaba de ser “un planeta sin visa para León Trotsky”.

Desde 1905, Trotsky ya sostenía que las tareas burguesas (revolución agraria, la república...) solo podrían ser realizadas con el proletariado en el poder. Desde su exilio en Siberia, escribió (en La Revolución Permanente) las tesis que inspirarían años más tarde la propia Revolución de Octubre. Había llegado a la conclusión que, desde principios del siglo 20, podía ser probable que los trabajadores tomaran el poder en los países atrasados antes que en los países más desarrollados, pero –agregaba– siempre a condición de que la revolución se extendiera cuando menos a un puñado de países avanzados.  

La revolución en occidente no ocurrió y el aislamiento de la Revolución Rusa trajo consecuencias funestas. El atraso económico, los tres años de guerra mundial y tres de guerra civil, produjeron el surgimiento de una burocracia contrarrevolucionaria en el seno de la clase obrera soviética y del PCUS. La URSS empezó a perder todo el prestigio ganado por la revolución bolchevique y la III Internacional –que también se burocratizó–, estuvo muy por debajo de los procesos revolucionarios que se presentaron en España, China y otros países.

El colmo de la deformación burocrática llegó cuando Stalin planteó “su teoría del socialismo en un solo país”. Era la capitulación definitiva frente al internacionalismo proletario marxista. Siendo el capitalismo un sistema de producción mundial, resultaba absurdo querer remplazarlo por un sistema de producción nacional. Marx dejó en claro que “la revolución es nacional por su forma” –porque, naturalmente para luchar, los trabajadores tienen que organizarse como clase en su propio país– “pero no por su contenido,                           que es internacional...”

Para 1936, Trotsky estaba más que convencido de que todos los principios de la Revolución de Octubre habían sido traicionados por lo que, en septiembre de 1938, funda en París la IV Internacional: “La camarilla del Kremlin necesitó de diez años para estrangular al partido bolchevique y transformar al primer Estado Obrero en una siniestra caricatura... La III Internacional necesitó de diez años para abandonar su propio programa y convertirse en un cadáver mal oliente”. ¡Viva la IV Internacional!

El exilio de Trotsky no era suficiente. Stalin necesitaba acabar con el más grande de sus adversarios, por lo que su asesinato significó la culminación de la muerte de la revolución roja y de todos los amigos de Lenin. Un supuesto complot contra el Estado Soviético, fue el pretexto para inculparles de traidores, asesinos, saboteadores...

Trotsky –que junto a Natalia y su nieto (Esteban Volkov) había sufrido un atentado apenas tres meses antes en su casa de Coyoacán, a manos del pintor David Alfaro Siqueiros– fue herido de muerte el 20 de agosto de 1940: un agente español de la policía secreta de Stalin –Ramón Mercader– golpeó a Trotsky con un piolet en la cabeza, ocasionándole la muerte al día siguiente. Como recompensa, Mercader recibió del Kremlin la ciudadanía y luego fue nombrado “Héroe de la Unión Soviética”.

Trotsky, uno de los hombres más notables del siglo 20, fue asesinado porque simbolizaba la bandera del reagrupamiento de los revolucionarios en el mundo. Pese al terror estalinista que destruyó la URSS y a millones de trotskistas y no trotskistas, a 75 años de la muerte del creador del ejército rojo, la IV Internacional fundada por él, mantiene hasta nuestros días un proyecto anticapitalista, revolucionario e internacionalista, como respuesta indómita a la crisis de la civilización actual.  

Fuentes: G. Almeyra / Isaac Deutscher / André Breton.
prt_mty_nl@hotmail.com

 

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