Suscribete

 
1924 10 Septiembre 2015

 

 

Creencias y prejuicios, o la ruta del fascismo en Estados Unidos
Eloy Garza González

 

San Pedro Garza García.- Ortega y Gasset distinguió entre ideas y creencias. Le faltó diferenciar entre creencias y prejuicios.

Que yo profese una fe irracional en una entidad metafísica es una creencia. Argüir que ese ser superior me obliga a ser intolerante con quienes no son igual que yo o no forman parte de mi etnia o nación, no es una creencia como todas: es un prejuicio. Digamos que se trata de una creencia armada.

Hay prejuicios colectivos. No todos ellos son de carácter religioso. Pero todos tienen raigambre religiosa; las hay en el plano político y social: son las más fácilmente identificables. Las hay también en el ámbito económico: son las más difíciles de detectar. Muchos prejuicios –la mayoría– son inofensivos. Otros son peligrosos como granadas de mano.

Suponer que el proteccionismo incentiva la economía de un país no es una creencia inofensiva: es un prejuicio disfrazado de creencia. Ahora bien, los alcances de un prejuicio individual pueden ser limitados. Que una ama de casa texana suponga que los migrantes mexicanos que trabajan en su país provocaron la caída de la economía norteamericana, puede ser un prejuicio relativamente inofensivo. Pero que la mayoría de los electores texanos opinen igual que la ama de casa es una creencia peligrosa. Más si es alentada por un aspirante a gobernador o a la presidencia.

Precisamente por sus prejuicios raciales es difícil que un aspirante con tales características gane el cargo público. Pero aun si abandona sus prejuicios raciales y mantiene sus prejuicios económicos –el proteccionismo– el peligro es de la misma magnitud, aunque no se perciba así públicamente. Y no solo por la condición en riesgo de los migrantes mexicanos, sino por la propia salud de la economía, que pretende mejorarse con prejuicios y no con medidas juiciosas.

Es probable que si Donald Trump se queda con la nominación presidencial republicana atempere sus prejuicios raciales. Pero basta con que mantenga sus prejuicios económicos para que su peligrosidad sea del mismo calibre. Y aun cuando se quede con las manos vacías y Trump regrese a su casa y a sus negocios sin candidatura presidencial, el daño ha sido inmenso. Ha provocado que los prejuicios raciales y económicos adquieran ribetes de verdad entre los electores norteamericanos, convencidos de que sus creencias perjudiciales pueden llegar a ser ideas viables. En otras palabras, con o sin Trump, nuestros vecinos del Norte están más cerca que nunca del fascismo.

 

Su nombre :
Su correo electrónico :
Sus comentarios :

 

 

15diario.com