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1926 14 Septiembre 2015

 

 

La tendencia a elegir pésimos legisladores
Eloy Garza González

 

San Pedro Garza García.- Los seres humanos tendemos a defender y preservar nuestro status quo. De ahí el refrán: “más vale malo conocido, que bueno por conocer”.

¿Por qué preferiríamos lo malo a lo bueno? Pensar que cualquier cambio nos inquieta es equivalente a creer que cualquier situación actual nos hace sentirnos más seguros. Solemos mantener el orden natural de las cosas.

Ese es el motivo psicológico por el cual adquirimos las mismas mercancías una y otra vez; regresamos a los mismos restaurantes, pedimos el mismo tipo de café y sostenemos los mismos puntos de vista. Por ese motivo también se retrasan los cambios políticos y se eternizan los problemas sociales.

Por ejemplo: ¿por qué los ciudadanos con menor poder adquisitivo no respaldan las propuestas electorales que más le convienen? ¿Por qué otorgan su voto a políticos corruptos? Los votantes de escasos recursos suelen defender servidores públicos controvertidos. ¿Por qué?

La sociedad tiende a mantener lo que hay. La rebelión es una reacción más remota de lo que suponemos: hay más ejemplos de cómo mantenemos la explotación, de cómo nos someternos a la autoridad, que ejemplos de rebelión.

Aceptamos la desigualdad social para no pensar que vivimos en un entorno injusto. Interiorizar esta creencia en un contexto social en el que poco podemos hacer para solucionarlo, nos instala en una zona de confort. Círculo vicioso perfecto para preservar el orden natural de las cosas.

En otros países se ha modificado esta percepción. Han conjurado este aletargamiento del cambio: la rebelión de la Primavera Árabe demostró que el entorno se modifica cuando las personas están dispuestas al cambio y dejan de “racionalizar su sumisión”. 

Pero en Nuevo León esta liberación de conciencias todavía no se da. ¿Se entiende entonces por qué seguimos eligiendo malos legisladores y alcaldes?

 

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