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1946 12 Octubre 2015

 

 

Mismo error, igual desilusión
Claudio Tapia

 

San Pedro Garza García.- A principios de siglo, el candidato a la presidencia de la república proveniente de la “gente buena y sencilla del campo”, vestido con pantalón y botas vaqueras, cinturón con hebilla y sombrero tejano, montado en su caballo, retador y atravesado lanzaba sus dicharachos con lengua populachera:

“acabar con las tepocatas, alimañas y víboras prietas”, “otro gallo les va a cantar”, “ahí se les aiga a los priistas cuando llegue el nuevo gobierno”, “se sirven con la cuchara grande”, “no tienen llenadero”, “se sienten la mamá de Tarzan”, “ya no sentimos lo duro sino lo tupido”, “aguanten vara”, “van a sudar tinta china”, y otras gracejadas semejantes.

Me pareció entonces que sus expresiones estaban planeadas, es decir, que formaban parte de una inteligente campaña electoral basada en la estrategia de que el candidato del PAN –partido entonces inmaculado por falta de oportunidad para pecar– le hablara al electorado a base de dichos populares para ganarse su confianza.

Pero cuando llegó el momento de que el candidato de oposición empezara a gobernar, los electores caímos en la cuenta de que nos habíamos engañado; con horror advertimos que su escasez de lenguaje no era una estrategia electoral, sino una grave limitación.  

No había sido actuación. Fox pensaba como hablaba. Así de pobre era su lenguaje, esa su deficiente sintaxis, y la miopía ante los problemas sociales su consecuente resultado.

Y así nos fue. Pronto nos dimos cuenta de que dirigirse a los gobernados con ocurrentes lugares comunes y sacar al PRI de Los Pinos no bastaba para lograr el esperado cambio. Los problemas sociales acumulados no se resolvieron por el hecho de que un gobernante puro –no contaminado por el satanizado partido oficial– los planteara con simpleza, superficialidad y hasta con frivolidad.

La luna de miel se acabó y la desilusión cundió por más que un vocero oficial intentara explicarnos lo que el presidente quería decir.

La amarga experiencia nos dejó clara una razón de fondo: el hombre es su lenguaje. Todo lo pensado y pensable se expresa y contiene en él. Y la visión del mundo y sus problemas es tan limitada o amplia como lo sea el lenguaje.
Por eso, los que tenemos memoria histórica tememos que la intentona de cambio vuelva a fracasar si la razón de fondo se repite.

Por eso no queremos más fotos efectistas en la red. De nada sirven ya las valentonadas ni las frases chistosas y puntadas ocurrentes que animaron la campaña que ya terminó. Ahora de lo que se trata es de gobernar.

Hace falta un programa de gobierno y un plan estatal que le dé sentido; se requieren más ideas, más acciones concretas, y menos golpes de efecto.
Estamos a la espera de que el gobernante fije el rumbo y someta a análisis los proyectos y propuestas de políticas públicas que debió tener en mente desde que decidió aspirar a gobernar, suponiendo, por supuesto, que posee la claridad conceptual de un político que no comparte las limitaciones que hace 15 años exhibió el precursor de la desilusión.  

Algunos tememos que en Nuevo León se esté repitiendo el mismo error. ¡Qué horror!

 

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