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1971 16 Noviembre 2015

 

 

La palabra prevalece
Hugo L. del Río

 

Monterrey.- Fernando del Paso nos recuerda que no todo está podrido en México. Poeta de la prosa, el chilango de 80 años quien hace unos días se supo ganador del Premio Cervantes, se levanta del lecho del dolor para anunciarnos que reanudará la “difícil tarea” de la creación literaria.

¡Qué país el nuestro¡ Los asesinos que nos gobiernan no podrán apagar la hoguera del talento y la rebeldía. Del Paso es el sexto mexicano que recibe la presea equivalente al Nobel español. Esté donde se encuentre, el Caballero de la Triste Figura se acercará al escritor mexicano, no sé cómo, pero sé que lo hará, para darle un abrazo. Cada una de las palabras de “Noticias del Imperio” es, para mí, un beso de la Venus de los griegos.

Del Paso no escribe: sus páginas son joyas de una rara arquitectura: palacios construidos con palabras tan altas y poderosas en su preciosismo que sus torres rompen las nubes. El maestro Fernando, con mano mágica, toca piedras que convierte en el tesoro que nos ofrece.

Carlota siempre será bella mujer de misterio. ¿Amaba a Maximiliano? El Habsburgo fue adulterino y supongo que también lo fue la hija de uno de los reyes más crueles de la Historia. ¿Se volvió loca porque perdió al país que, soñó, se le había entregado? ¿Le enfermó la razón la pérdida del poder? ¿Le dieron a beber un veneno que la enloqueció?

Son muchos los grandes libros que nos niegan soluciones para animarnos a buscar respuestas. Pero, como en toda obra maestra, Del Paso nos regala con escenas de fuerza y simbolismo: el tipógrafo republicano que estrella contra la cabeza del soldado imperial su caja con tipos de imprenta: la palabra prevalece. “Estoy muy triste”, dijo ayer el Premio Cervantes, “porque el país parece no avanzar lo que debería. Hay mucho narcotráfico, crimen organizado, extorsión y corrupción. Sobre todo, corrupción”.

Cierto pero, como asentó en una ocasión Carlos Fuentes, otro Premio Cervantes, siempre hemos vivido en crisis. Enrique Peña Nieto y su taifa no son México. México es el maestro don Fernando; México son Silvestre Revueltas y Diego Rivera; México son Octavio Paz y el general Felipe Ángeles; México son Sor Juana y Rosario Castellanos; México es la legión de los hombres y las mujeres anónimos quienes morirán con la satisfacción de heredarnos su ejemplo de trabajo y honradez. Y México es, sobre todo, el inmenso ejército de los harapientos quienes en su hambre encuentran el vigor para mantener viva la esperanza.

Es obvio que Jaime Sabines no dedicó al maestro Fernando las líneas que siguen. Pero la poesía y la novela son la patria de los sueños y la imaginación. Hagamos creer que el chiapaneco pensaba en el autor de “Palinuro de México” cuando escribió: “¡Qué dignidad, qué herencia! Nos prohíbes las lágrimas ahora. No nos queda otro remedio que ser hombres”.

Pie de página
Se consumó la farsa. Alberto Bailléres –“exultante y altivo”, escribe Proceso– recibió la medalla Belisario Domínguez. El Senado fue el mercado persa donde el gran capital y la clase política intercambiaron los sucios anillos de boda de la sumisión y la alianza de intereses. El dueño de las minas de plata más ricas de México sonreía pleno de felicidad al tiempo que, a las puertas de la vieja casa de la abominación y la mentira, los mineros en agria denuncia de sus condiciones de trabajo le gritaban “asesino.” La senadora Layda Sansores tuvo un gesto de dignidad. “Esto es un oprobio”, dijo, y se negó a avalar con su presencia el sucio ritual de la depravación.

hugo1857@outlook.com

 

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